Prólogo

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—¿Que es lo que te ha traído aquí?.—La mujer de ojos azules se sentó en el sofá de enfrente, con las piernas cruzadas mirando expectante en busca de una respuesta.

Levantó una ceja y miró a la mujer de nuevo, analizando su aspecto de pies a cabeza, lucía extrañamente limpia y vestía de forma elegante, demasiado extraño para el mundo en el que estaban.

—Me refiero.. ¿Como llegaste aquí?.— Volvió a insistir al notar que la mujer sentada frente a ella no hablaba aún

—Fue un accidente.— Respondió finalmente, con voz rasposa y en volumen bajo, sin dejar de observarla.

—¿Que tipo de accidente?.—Cuestionó de vuelta,  aquella mujer rubia la miraba fijamente, buscando encontrar otra expresión en su rostro.

—Solo, encontré este lugar.— Se limitó a responder mientras miraba a su alrededor, notando que la habitación estaba demasiado ordenada y limpia, parecía no ser muy utilizada.

—Ya veo.— La mujer la miró de nuevo, con una sonrisa de amabilidad en el rostro, habló con suavidad, como no queriendo asustarla.

El interrogatorio había durado aproximadamente veinte minutos, se detuvo ya que la mujer era algo solicitada, uno de los hombres que suponía habitaba en aquel lugar tocó la puerta y le pidió que lo acompañara; tras unos minutos ella regresó y de nuevo todo prosiguió.

—¿Que opinas de este lugar? —Preguntó con una sonrisa, parecía orgullosa del lugar.

—No creo que sea necesario que responda eso, no criticare algo en lo que estoy apunto de ser aceptada o no.— Respondió sincera, encogiéndose de hombros, después de todo, la idea de un lugar limpio y decente donde quedarse no le molestaba.

La mujer alzó una ceja divertida, le sonrió y se levanto del sofá con tranquilidad. 

—Sígueme.— Ordenó.

La chica asintió y la siguió hasta el exterior de la casa, manteniéndose detrás de esa bajita y rubia mujer. 

—¿Mi solicitud ha sido denegada?.—Preguntó de mala gana, con un poco de sarcasmo forzado para disminuir la tensión en el ambiente.

—Claro que no. Debes descansar y esto es todo lo que puedo ofrecerte por ahora y si decides quedarte, más adelante tendrás tu propio sitio.— La mujer apuntó con la mirada una pequeña puerta.

—Lo que sea me viene bien.— Respondió siguiendo a pasos largos a la mujer quien había entrado ya en aquel lugar.

Miró al cielo cubierto de nubes y con leves rayos de sol, luego miró sus manos, suspiró y siguió a quien la habría salvado.

Iba a tratar ... trataría con todas sus fuerzas.

The Troubles. ➤  Rick Grimes  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora