Capítulo Último

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Bajé las escaleras, abrí la puerta y salí de casa, dejando que el viento pegara un portazo. Caminé por el pueblo más de dos horas buscando un rastro de vida, gritaba ayuda y miraba las ventanas de las casas, pero las persianas estaban bajadas. Aun así me sentía observado. El suelo estaba lleno de papeles de periódico, y hacía mucho viento, a ratos paraba y la brisa me acariciaba la cara, era suave y caliente, pero no me bastaba. El viento volvió a sonar, esta vez más fuerte, como si me quisiera empujar a alguna parte. Terminé en un porche donde me cubría de la tormenta que había provocado ese vendaval, me senté y no tenía otro remedio que llorar. Ahora si que estaba solo, ¿esto era lo que quería? Me levanté y me empecé a pegar cabezazos contra un pilón, hasta que este se rompió, la grieta se encontraba muy débil, por lo que un simple golpe la podía destruir. Corrí lo más rápido que pude para salir de ese porche, afortunadamente pude escapar, pero no se si prefería eso o quedarme dentro y que se acabara ya todo.
Me mojaba la cara, el pelo, la ropa, iba empapado y tenía frío, aun con todo no paraba de llorar. Seguía atrapado en el infierno.
Rompí la puerta de un supermercado y entré a coger algo de comida, ahora si que tenía hambre, había gastado muchas fuerzas. Me escapé con una lata de limonada en la mano y tres o cuatro pastas en la otra, había dejado de llover y ese rayo de Sol volvía a resplandecer. Me puse a cantar mientras iba a la estación del tren a ver si por casualidad estaba en marcha, pero no, al llegar a la parada lo vi, había descarrilado y por lo que veo se llevó un montón de cosas por delante, ahora si que estaba acabado. Tiré la limonada y salí corriendo, esta vez más rápido, corría a toda velocidad, cegado por el Sol pero impotente, nadie me podía parar, porque no hay nadie conmigo. ¿Todo podía ser un sueño? Parecía muy real, muy sincero, pero los golpes no me dolían y... de repente tropecé y me caí al suelo. Sangre, me escocía mucho, vale, esto no era un sueño. Volví a mi casa a curarme la herida, me encerré en mi cuarto y sonreí. En ese momento cogí el mundo en mis manos, pero no pesaba, era pura basura. Sólo me tocaba esperar sentado, mirando al techo y desorientado de que es lo que había hecho mal. Me puse a pensar que esto es a lo que se refieren con la muerte, me levanté de la cama, de nuevo, como si me acabara de despertar, me senté en el bordillo de la cama y de repente llamaron a la puerta.

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⏰ Última actualización: Feb 07, 2019 ⏰

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