Introducción

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Silencio. No quería escuchar nada. No tenía lo suficiente en su cabeza. Al menos lo que a el le gustaría, pero no era el momento de meditar. Era urgente el hecho de saber orientarse. El rugido de sus tripas le devolvió a la realidad. Llevaba un día y medio sin comer apenas nada, casi no se podía subir a la bici que con tanto empeño empujaba por el inclinado bosque.

- ...¿por qué estoy haciendo esto...? no lo entiendo... no me entiendo...

Los hechos se habían sucedido de forma tan rápida que no le había dado tiempo a procesar toda la información. Había tantas preguntas en su cabeza. Y la más importante: ¿como había llegado allí?

- Vamos a ver, me llamo Aren, tengo 14... no 15 años, mis padres... no tengo, vivo en...

Otra vez sentía ese dolor de cabeza insoportable. Recordaba todo excepto nombres, direcciones y nacionalidades. Recordaba a sus amigos, por lo menos sus caras. Solo quería entrar a su habitación encender el equipo de música y mirar al techo, dejando pasar los segundos, los minutos, las horas...

- Vale, tengo algo, mis pósters, tenia muchos... ¿ya...? ¿Solo eso?

Poco a poco recordaba pequeños fragmentos de la que una vez fue su vida. No entendía como había llegado a aquella situación.

Estaba en un bosque de árboles de 6 metros como mínimo, con una pistola en el pantalón, sangre por toda la ropa y el único bosque que el conocía muchas veces se tenia que agachar para pasar debajo de las ramas mas bajas de los los árboles.

- Aren, ¿sabes quien soy? ¿Me recuerdas?

- ¿¡Qué!?

Se giró de inmediato, con los ojos como platos para saber de donde procedía esa voz tan familiar. Al soltar la bici esta chocó contra un árbol provocando que todos los pájaros de alrededor saliesen lo más rápido de allí. Se hizo el silencio. Incluso el viento parecía haberse callado.

- ¿Qui... quién eres?

Se oyeron un par de pasos y a la derecha del camino, un poco mas atrás de Aren, apareció la figura de una chica aparentemente de su edad, con pelo largo hasta media espalda y levemente rizado, le llegaba justo por debajo del pecho, piel blanca, demasiado como para ser del lugar que recordaba, lo único que tapaba su cuerpo era un chaleco de cuero negro, unos vaqueros azules bastante desgastados y unas botas militares que hacían juego con el chaleco. Cuando salio de la oscuridad del bosque Aren pudo distinguir el rojo de sus ojos hipnóticos que atrapaban la mirada de cualquiera, su pelo tan negro como la oscuridad del bosque se balanceaba suavemente al ritmo que el viento marcaba. Caminando lento y sin prisa alguna se fue acercando a Aren sin dejar de mirarle a los ojos, a dos pasos de el se mordió el labio inferior, en su mirada se podía notar el deseo, cuando llegó a Aren pasó las manos detrás de la cabeza y le besó con pasión pero sobre todo con necesidad, como si necesitase sus besos para respirar.


Fantasmas del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora