Uno

166 7 3
                                    

Una tarde muy soleada, en la hacienda Flora Emilia, con algarabía llegaba uno de los peones más extrovertidos, Florencio, con el afán de buscar a su florecilla, Margarita.

Florencio: ¡Margarita, Margarita! ¿Donde estará mi florecilla? ¡Margarita! ¡Margarita!
Margarita: Oiga, ¿porque hace tanta bulla?
Florencio: Yo pensé que se me había arrepentido.
Margarita: Yo nunca me arrepiento de lo que hago.
Florencio: Ya me había asustado.
Margarita: No, si le tengo un adelanto.
Florencio: ¿Un adelanto?
Margarita: ¡Apare, Apare!

Florencio recibe asustado y sorprendido tremendo adelanto.

Florencio: ¡Osea que la cosa va encerio! *Suspira* ¡Ay, diosito santo! Pero yo no me quiero en matrimoniar todavía.

Margarita se acerca a Florencio.

Margarita: Ya Florencio Merejildo, estoy lista para que me lleve al casorio.
Florencio: Margarita, yo tengo que decirle algo.
Margarita: Digame, pues.
Florencio: Pero es que no se como decírselo.

Mientras el suplicaba asustado, Margarita le quita su machete.

Margarita: Haber, Florencio Merejildo, yo si me pongo nerviosa cuando cojo estas cosas y corto cualquier cosa... Cualquier cosa.

Florencio asustado se cubre con el sombrero.

Florencio: Ya, Ya tranquilisece.
So, Oh... Chito.

Intenta calmarla venteandole con su sombrero, con mucho cuidado logra quitarle el machete y se lo guarda.
Mientras margarita tiembla del coraje, se deja domar.

Margarita: ¡Bueno! Le voy a dar unas recomendaciones.
Primeramente, si usted se casa conmigo, tiene que saber que a mi me gusta tragar bastante; así que debe tenerme todas las mañanas una racima de verde al pie de la casa y maduro pintón también, y también quiero que me haga ocho muchachos, ¿Si puede? Ocho muchachos, varones para que me ayuden con la casa.
Florencio: Ay diosito, ¿quien me ayuda a hacer estos muchachos?

Margarita iba a continuar con sus recomendaciones pero es interrumpida.

Amores y AmorfinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora