Riley Langford
No era la belleza de la facultad de Ingienería Nanotecnológica, pero Riley sabía como encadilar a las mujeres, tenía un humor exquisito y una labia que enamoraba. Pero desafortunado el destino decidió toparse con la persona equivocada. Mientras Riley salía de clase de "Nanorobótica", andaba por el pasillo central de la universidad para volver ya a su casa, cuando por el camino se chocó con Tahlia. Y es lo último que recuerda antes de despertarse en la enfermería. A su lado estaba sentada su mejor amiga, Andrea Nusbaum, una chica de etnia alemana y de cabello rubio platino, estudiaba en la facultad de Medicina, que quedaba justo en frente de la de Nanotecnología, y que acudió tan rápido como pudo al enterarse de que su amigo de la infancia estaba en la enfermería.
— ¿Qué... qué ha pasado? — preguntó Riley desconcertado.
— Pues te diagnosticaron un leve retraso de cerebro, y por eso estás aquí — contestó Andrea de forma burlesca. — Eso, y que te salió un chichón en la cabeza. ¡Qué bien! Hoy se acabaron los huevos en la nevera, con el que tienes ahí creo que ya sé que freírme esta noche — añadió aguantándose la risa.
— No tiene gracia... — le mató con la mirada.
— Venga, no te han amputado las piernas. Te acompañaré a casa... — le ofreció Andrea.
* * *
A la vuelta, algo llamó la atención de Riley, que haciendo una señal con la mano, hizo parar de golpe a Andrea.
— ¿Has escuchado eso? — preguntó Riley.
— No. ¿El qué? Te ha afectado el golpe en la cabeza.
— Por allí — señaló a un callejón donde sólo había un contenedor de basura. — Alguien ha dicho que "Este pescado es una mierda. Me alimentaría más si me lo metiera por el ano".
— ¡Qué dices! — estalló a reir Andrea.
— Te lo estoy diciendo completamente en serio, no te rías.
Movidos por la curiosidad de la locura de Riley, los dos jóvenes se acercaron al contenedor de basura. Un ruido de algo moviendose rápido llamó la atención de ambos, y para su sorpresa era un simple gato que en la boca sujetaba un pescado.
— ¿Un gato era lo que dijo eso? Sus padres le debieron educar muy mal para hablar así — dijo Andrea en tono burlón.
— Te juro que escuché a una persona decir eso. Habrán sido imaginaciones mías.
* * *
Al día siguiente, Riley se despertaba como otro día cualquiera, primero se rascaba los testículos antes de levantarse (era una manía que tenía), y después empezaba en un proceso lento y costoso, a abrir los párpados del ojo.
Se preguntaba si había soñado haber recibido un golpe, si había soñado haber escuchado a un gato hablar. Pero cuando fue a asearse al baño y se miró en el espejo, vio el chichón que se había hinchado aún más. Debía ser como una especie de agujero negro, a medida que pasaban las horas iba haciéndose más grande.
Mientras tomaba el desayuno, vio posarse un pájaro sobre la ventana. Entrecerró un poco los ojos para concentrarse, intentando agudizar su oído para ver si escuchaba al pájaro hablar, pero para su suerte no oyó nada salvo su hermoso piar, aliviado de saber que sólo había sido una locura puntual.
* * *
Hoy le tocaba clase de "Nanotecnología comunicativa", donde coincidía con Tahlia, quería hablar con ella sobre lo ocurrido. Pero había algo raro en ella. Mientras daba vueltas al bolígrafo con tres dedos como si hiciera malabares, observaba a la chica sentada unos pupitres más adelante de él. Había algo que no le cuadraba, era una persona muy educada y modélica, nunca se sentaba con las pies encima de la silla como estaba haciendo hoy, además hacía gestos con la nariz de como si oliera todo a su alrededor.
De repente, Tahlia lanzó un ladrido en alto. Todos se quedaron anonadados mirándola. ¿Había hecho ella ese ruido? Pero mayor fue la sorpresa de Riley cuando escuchó: "Este cuerpo no está tan mal, me llevará tiempo acostumbrarme a caminar sobre dos piernas. Pero la pierna de ese tipo de ahí se me está insinuando demasiado, es perfecta para follármela. Luego intentaré que me tire una pelota y cuando menos se lo espere le montaré la pierna".
Entonces es cuando Riley sacó dos conclusiones. Primero, había desarrollado una especie de habilidad para leer la mente de los animales tras el golpe, y segundo, Tahlia nunca había sido una humana, en realidad era un perro.
ESTÁS LEYENDO
#372 [PARADA ~ SIN CONTINUACIÓN]
HumorAño 2103, una nueva revolución industrial ha llegado propiciada por la nanotecnología. Diminutos robots microscópicos son capaces de levantar una ciudad entera del tamaño de Dubai en apenas un mes. A consecuencia del descubrimiento de esta tecnologí...