Parte 3: Desde afuera

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- ¡¿nunca?! –

Ya temprano en la mañana Luffy ha venido a verme, parece más lleno de alegría que de costumbre.

- No Luffy, nunca las he visto florecer, siempre las veo después de su florecimiento –

- Pero si es tan hermoso, no puedo creer que no hayas visto florecer los cerezos –

- Pues no, además, cerca del hospital no hay cerezos que pueda ver desde la ventana –

- Buu, que aburrido – dijo con un puchero – ¡ya sé! Vayamos juntos a verlos mañana –

- Pero Luffy, yo no puedo salir –

- Solo será un momentito, prometo que estaré a tu lado todo el día –

- ¡¡eso no!! – dijo interrumpiendo la enfermera pelirroja –Ace debe quedarse en su cuarto por su condición –

- Pero Nami, solo será por un día –

- He dicho no, además debes decirme Nami-san –

- Vamos enfermera – le dije – sabe muy bien que esta puede ser la última vez que los vea –

- Ace... – ambos me miraron entristecidos – está bien, mañana les dejaré en el parque de aquí cerca, ¡pero les recogeré temprano! –

- ¡¡sí!! – dijimos ambos obedientemente.

Ya estoy comenzando a aceptar la vida, parece ser cierto que mientras menos te queda, mas la aprecias, pero no importa, ahora me siento mas aliviado, si muero, podré hacerlo sin culpas ni arrepentimientos, solo la preocupación de a quien dejo tras de mí así que, pase lo que pase, resistiré un día más por él, por ti, Luffy.

Al otro día

- Bien, recuerda no esforzarte – decía Nami mientras conducía – también toma tu medicamento –

- No soy un invalido, si puedo caminar lo haré, además, traigo mi medicina conmigo, estaré bien –

- Recuerda que estaremos cerca – dijo Robin – si detectas algún malestar mas, nos avisas con el móvil que te dimos, está en marcación rápida –

- Entendido –

- Bien, les dejaré en esta área, no hay mucha gente y podrán disfrutar de los cerezos mientras florecen –

- Muchas gracias – dije mientras bajaba del auto – por cierto; Nami, Robin; muchas gracias por todo – dije sonriéndoles.

- No es nada, vamos, disfruten este día – mientras nos alejamos pude escuchar a Nami murmurar – ¿ha sonreído? –

Cierto, Luffy es el único que me ha visto sonreír, creo que este tiempo, ellas cuidaron tanto de mi y nunca se los agradecí, es un alivio darme cuenta y agradecérselo ahora. Se siente tan bien respirar este aire, sentir el viento en mi cabello, ver los arboles a punto de florecer... es algo mágico.

- Ace ¿tienes frio? – me dijo Luffy preocupado.

- Tranquilo, estoy bien – le dije sonriendo – se siente bien estar fuera –

- Ven, sentémonos bajo ese árbol cercano –

- Bien –

Dimos unos pasos y perdí un poco el equilibrio, Luffy me sujetó de los hombros para estabilizarme, me sonrojé otra vez. Caminamos de la mano hasta el árbol, Luffy tendió unas mantas para sentarnos y me cubrió con otra. Nos quedamos tendidos de la mano durante un tiempo. La suave brisa acarició mi rostro una vez más, se sentía bien.

- Ne, Ace – me dijo suavemente – he traído un poco de comida si gustas, la verdad es que me la han dado las enfermeras, pero espero que te guste – dijo nervioso.

- Muchas gracias, lo probaré después –

Quedamos un momento en silencio, los primeros brotes comenzaban a florecer, era algo mágico de verdad, sin dudas, este es el mejor momento en mi vida.

- Luffy – dije tomando su rostro con mis manos – te amo –

Le besé suavemente, como la primera vez, mis lágrimas se deslizaron nuevamente por mi cara ¿de verdad es el fin? Estoy asustado, mi pecho se oprime pero no es grave, no pienso dejar ir estos labios por un momento más. Nos separamos.

- Vaya, has dicho que no llorarías, pero he sido yo el que ha terminado llorando, te quiero Luffy –

- Ace, yo también te quiero, te amo mucho – dijo tomando mi cara y limpiando mis lágrimas.

Una vez más el dolor volvió, mi pecho se cerró bruscamente, fué tan repentino que lo único que pude hacer fue jadear y sujetar mi pecho.

- ¡Ace! –

- Tranquilo, todo está bien – murmuré

- Llamaré a las enfermeras... -

- No, no lo hagas – dije quitándole el móvil – déjame descansar en tus brazos, hasta que mis ojos se cierren, hasta que mi respiración se detenga, quiero morir en este lugar, con los cerezos recién florecidos como mis testigos, en tus brazos como mi féretro, contigo a mi lado como mi amante, perdóname por pedirte atestiguar mi muerte, perdóname por enamorarte, perdóname por no poder darte la felicidad –

- Pero yo soy feliz a tú lado, mi felicidad la encontré junto a ti, no me arrepentiré de enamorarme, estaré a tu lado hasta escuchar tu último suspiro, incluso seguiré a tu lado hasta que tu cuerpo pierda su calor, no te dejaré solo, como tu amante te esperaré, para que en un futuro, volvamos a estar juntos, aun que tú partas primero, estaré esperando para reunirme contigo, porque mis brazos sólo te podrán abrazar, solo podrán sujetar tu cuerpo y el de nadie más, y miraré los cerezos cada año, para mantener vivo tu recuerdo, así que, descansa tranquilo, Ace, que yo cuidaré de tu cuerpo, cuidaré de ti hasta tu último aliento –

- Quizás te deje atrás ahora, pero te estaré esperando, así que, vive por mí, por mis alegrías y mis tristezas, y así, cuando nos volvamos a encontrar, podrás mostrarme la vida por los dos. Te amo. No desearía otro día que no fuera este para morir. Sí, este es un buen día para morir –

. . .

"y así, él cerró los ojos lentamente, su mano se aferraba a su pecho y la mía sobre la suya, su respiración dificultosa se calmó, lenta y pausadamente, hasta que dejó de sentirse, su mano perdió fuerzas y su rostro se mostró sereno. En ese momento, todo ruido desapareció, el viento mismo dejó de soplar y las aves callaron. Mi cuerpo comenzó a temblar, mis manos aferraron su cuerpo sin vida, su rostro sonriente fue manchado por un par de mis lágrimas. Las limpié con un beso. Me quedé junto a él hasta que las enfermeras llegaron. Bastó mirarme para darse cuenta de la situación. Ace, se había ido."

Hoy, es un buen día para morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora