VII

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Narra Sam

Verle en persona era por mucho una opción a la que no quería recurrir por ahora. No quería que tuviera que enfrentarse a la vergüenza de estar conmigo, por mucho la única persona que estaba a mi lado sin luego alegar por las penas que tiene que pasar por mí es Edward, y con eso bastaba. Suficiente para mí.

—¿En qué piensas?— Edward me dio un muy dolorosa golpe con los nudillos en el brazo, sacándome de mis pensamiento.

— Nada importante— Dije y reí mientras lo golpeé muy suave en respuestas.

—Ese nada importante tiene nombre— Acertó.

—Alexander— Me miró con fingido disgusto.

—Soy el único hombre en tu vida— Dijo entre "Llanto"

— No cuentas— Nos sentamos en la clase juntos.

—Mientras siga teniendo pene querida amiga, seré el único hombre en tu vida— Me guiño el ojo haciendo que riera. Sólo él y yo hacíamos bromas en el buen sentido sobre su orientación sexual. No se ofendía y yo tampoco.

—Bueno clase, comencemos con algo que me gusta llamar Pitágoras— Dijo el maestro mientras cerraba la puerta. Medio segundo después tocó un chico, bueno, no cualquier chico. Era la primera vez que le veía llegar tarde, y detalladamente ese es Alex—  Tarde joven— Ni siquiera sabía su apellido. Realmente era casi invisible.

—No me diga— Escupió con molestia y se sentó en el último asiento atrás.

No tarde mucho en pedirle una poca o más bien mucha ayuda a Edward, quien es el único que puede explicarme esa cosa para que la entienda.

Acabó la clase y esperé a que todos salieran para hacer algo que yo misma no me creía, hablar con Alex.

—Hola...

—¿Qué?— Interrumpió hasta que notó que era yo— Lo siento. Hola Sam—Dijo como pudo.

—Está bien ¿A qué clase vas?— Sonreí al notar lo nervioso que estaba.

—Tengo... Esto... Filosofía — Tartamudeó.

—Mi siguiente clase queda al frente de la tuya ¿Vamos?— El sólo me siguió— Dime cuál es tu secreto— Se sorprendió con mi pregunta.

—¿El secreto de qué?— Ya casi llegábamos, no eran salones muy separado y alenté un poco el paso.

— El secreto de como envías textos en clase sin que se den cuenta— Río, era una sonrisa muy hermosa y sincera— No, bueno, el secreto de como pasas tan desapercibido...— Terminé la oración casi en un susurro.

—Eso es porque... No lo sé, sólo pasa. Más bien, hacen como si no existiera y yo hago lo mismo— Se encogió de hombros con despreocupación.

— Para mí no es así. Ahora que te veo es como si tan sólo existiéramos tu y yo ¿A caso no es mejor así? Este momento es mi pequeño mundo sólo para los dos— De nuevo pude observar esa sonrisa, casi involuntaria.

— Sam...— Ya estábamos frente a la puerta del salón.

— Wow la inútil y un nuevo amigo ¿Tienen algo en común juntos?— Jules, me maldije a mí misma mental mente. Sabía que tenía que pasar eso.

— Seguro él también es un enfermo—  Podría entrar a su clase, y salvarse de esto. Eso quería... Que no tuviera que pasar por lo mismo.

El Chico Del Chat SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora