No me ves

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Entre intensos devaneos y un penoso estertor, entre profundo letargo y un perpetuo desvelo,

así transcurren mis interminables horas de total desasosiego y de eterno sinsabor.

Te siento aquí, como una refrescante brisa matinal, como un tibio rayo de sol que pone fin a mis inviernos,

mas tu presencia no es otra cosa que un fugaz espejismo, una sucia jugarreta de mi perturbado corazón.

Percibo tus pasos, estás tan cerca ya, casi puedo atrapar tu escurridiza sombra entre mis dedos.

Pero vanamente intento arrancar de ti aunque sea tan sólo una mirada furtiva, un esbozo de sonrisa,

acaso te habrás percatado siquiera de que mis ojos te siguen a donde quiera que vas,

y que incansablemente voy tras la pista de tu exquisito aroma, el único aire que puedo respirar.

Hoy la alegría te embarga, estrechas con fuerza aquella delicada silueta de suave voz y chispeantes ojos,

mas no soy yo quien ha salido a tu encuentro, porque sólo puedo contemplarte desde lejos.

Estás con tus manos rozándome la piel, posas tus carnosos labios sobre los míos en un ósculo de fuego,

el palpitar de mi corazón se acelera, mi respiración se agita, un gran éxtasis me embriaga.

Pero no soy yo quien de tus caricias goza, no soy yo quien con tu boca se estremece,

soy meramente un espectro que a la distancia lamenta que no conozcas nada de su existencia.

Inútilmente insisto en que hoy también debo mirarte, quiero creer que quizás esta vez tú me verás,

mas tu mirada invariablemente me evade y reposa nuevamente en ella, de todos tus afectos la dueña.

No me vesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora