Tesoros

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Los chicos no sabian cómo arreglar un cuarto, y de hecho nunca lo hicieron. Siempre había sido alguna otra persona, o simplemente la dejaban tal cual estaba. Tender una cama era algo que no conocían y miraban las sábanas como si fuera algo de otro planeta.

Lucas era el menos experimentado de los dos, nunca en su vida había hecho la cama y ahora que tenía que hacerlo le sorprendió mucho que algo que pareciera tan fácil fuera más complicado que jugar con el joystick. Cada vez que intentaba tenderla de un lado, el cubrecolchón se soltaba del otro y de vuelta a empezar. Cómo hacían las mujeres para dejarlas tan pulcras siendo que él no podía mantener el colchón en su lugar era una pregunta que no tenía respuesta.

A Kevin no le iba mucho mejor. Había logrado tender la mayor parte pero lo más difícil era poner el acolchado: se tratabar de pesadas mantas tejidas a mano que una vez que lograba acomodar de una punta se le caía y debía mantenerla en su lugar con las dos manos, para darse cuenta que en realidad lo único que conseguía era que se cayera otra vez. Cansado de que le ganara una frazada, Kevin saltó por encima de la cama sin pisarla y tiró con todas sus fuerzas para enderezarla, haciendo volar el colchón y las sábanas en el proceso.

Una carcajada sonó en la pieza. Desde la ventana, Lila se reía casi llorando.

-¿Es que nunca hicieron esto o se trata de inutilidad para las tareas del hogar?

-No nos juzgues que no somos mujeres. Si tan bien sabés hacerlo, dejá de mirar y vení a ayudarnos-. Dijo Lucas un poco rojo.

-No se preocupen. Si dejo que sigan, van a terminar destrozando todo.

Con una agilidad insospechada, Lila saltó hasta el borde, abrió desde fuera y entró como si fuera cosa de todos los días. Probablemente así fuera en realidad. No era una ventana tan alta y en el medio del campo, todos esos modales como el entrar por la puerta desaparecían.

Lo más raro fue la velocidad y la destreza con la que ella terminó el trabajo, dejandolos a los dos con una nueva moraleja: no subestimas a una chica y haz tu cama. Bueno, eran dos, pero tendrían que empezar a precticar si querían sobrevivir por su propia cuanta, las semanas que llevaran allí. No llevaban ni dos horas, y ya estaban pidiendo ayuda para algo tan simple como tender una cama. Una vez Lila hubo terminado, se sentó sobre la cama de Kevin al estilo indiecito, sin ningún pudor de que llevaba un vestido corto. No se veía  nada en particular, sin embargo Kevin se sintió un poco incómodo y se sentó a su lado con cuidado de no estropear el trabajo que ella había hecho con tanto esmero.

-En lo personal yo nunca me ocupé de las tareas domésticas. En mi casa mis papás contrataron una empleada ya que somos muchos y no tienen tiempo para limpiar ni nada.

Lila lo miró sorprendida.

-¿Muchos?¿Tenés muchos hermanos?

-Somos seis en total. No soy el mayor, pero soy el más cercano en edad a mis tres hermanas menores y Luis y Al nunca se preocupan mucho por ellas. Así que se podría decir que soy el mayor en ese sentido.

-¿Cómo se llaman ellas?

-Juliana, Melina y Faustina, las últimas dos son mellizas y son las menores.

-¡Mellizas! ¿Me presentarías a tu familia algún día?

Kevin se quedó pensando un segundo la pregunta. Al final, con los ojos brillasntes y una media sonrisa, contestó.

-Sí, me gustaría presentartelos algún día.

Lila estaba segura de no había habido una verdadera confusión, pero la respuesta no era exactamente para lo que ella había tenido intención de preguntar. A pesar de todo, no dijo nada y le sonrió timidamente. La sonrisa de él se hizo más grande. Ella carraspeó y se levantó de un salto.

Estrellas, sí, sólo estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora