Escapando de la realidad.

Capítulo I : "el comienzo"

El apartamento que se convertiría en mi próximo hogar durante el resto de mi vida era realmente hermoso. Nada comparado con el castillo, pero la habitación tenia lo suyo. Al entrar se observaba un comedor para siete personas de color chocolate y le procedía una cocina equipada de madera con pequeñas fotografías de mi familia. Había una amplia estancia con sillones suficientes y enfrente de este se hallaban dos paredes enteras dedicadas únicamente a libros y demás. Solté un pequeño gritito al ver que habían mandado mis volúmenes favoritos. Y eso casi me hizo sentir como si estuviese en el castillo. Acaricie los lomos de los libros, y sonreí al ver algunos tan deteriorados por su continuo uso y otros no tanto pero que formaban el conjunto de un todo. Había tres habitaciones: una para mí, y otra para mi compañera de cuarto que vendría en un par de días. Madame Tibisay se despidió de mí, y atisbe una pequeña lágrima que corría por su mejilla.

-Te veré en tres meses, Madame Tibi- Le tome sus pequeñas y regordetas manos y bese cada una. -Saluda a los gemelos, a Theresa, Lilian y Giselle. Sabes que mi madre va de paquete. Dile que me fascina mi nueva casa y lo que consiguieron fue de lo mejor. En tres meses pueden venir todos y meteros a la piscina. Nunca habíamos probado algo así, Madame Tibi. ¿No sientes felicidad porque por fin podrás sumergirte en uno?- Madame Tibisay soltó una carcajada y negó con la cabeza.

-Tendría que bajar 30 kilos para caber en ese trozo de tela que hacen llamar bikini-

-¡Bueh! Son pequeñeces de las que seguro te encargaras luego- ambas reímos y se hizo un silencio incómodo. Era hora. Me despedí de ella con tres besos, un largo abrazo y nuestro intercambio de besos en las manos. Madame Tibisay salió por la puerta, tomo su Porsche y siguió su camino hacia el castillo. Mi antigua casa.

Subí a la planta de arriba y me cambie los incómodos janes por el corsé negro y una pequeña falda: lo que más se asemejaba a mis antiguos vestidos. Tome "Grandes esperanzas" de charles Dickens y comencé a leer. No sé cuánto tiempo paso, pero mi estómago ya pedía por alimento. Me hallaba con un dilema insoportable: todo me lo cocinaban siempre, y ahora que me hallaba sola por fin y podría poner mis conocimientos de cocina a prueba no los recordaba. ¡jo!

El timbre sonó y mi corazón por un momento dejó de latir. Me dije a mi misma que solo era una persona tocando, pero de nuevo me invadió el miedo. ¿Y si era un ladrón? ¿Un violador? Era excelente en todas las disciplinas de autodefensa, ¿Pero sería tan buena cuando llegase la hora de acción? ¿O me paralizaría de miedo? Trate de calmarme, sobre todo porque el timbre sonó una segunda vez y no quería parecer retrasada o algo similar. Abrí la puerta sonriente y una chica de 1.80 rubia y con el cabello desordenado me recibió con la cara roja y repleta de lágrimas.

-¿Eres Ariane?- Me preguntó la rubia, y yo solo pude asentir con la cabeza. Traté de recordar mis lecciones, y me dije que lo mejor era hacerla pasar para que dejase de llorar. De pronto, mi lógica me dijo que mi elección no era de las más acertadas: era un extraño, a fin de cuentas. -soy Lynn y soy tu compañera de cuarto- Lo decía entre hipos y aún seguía derramando lágrimas. -Se supone que llegaría en dos días más...Pero algo ocurrió. ¿Te importa si me uno a ti de una vez?-

De pronto reaccione. Había una chica pidiendo cobijo anticipadamente, e iba contra mis principios negárselo. Así que le tome sus maletas y la invite a pasar.

-Estaba a punto de hacer la cena, pero no sé cómo. ¿Te molestaría ayudarme un poco?- Lynn sonrió y soltó una pequeña carcajada.

-¿Me estás diciendo que vas a universidad, te independizaste y tienes problemas con la cocina?- Lynn se limpió los ojos y negó con la cabeza. Alcance a sonreír y me mordí el labio.