Cada día es lo mismo, día tras día; universidad, residencia, estudiar, gimnasio y dormir. No hay día en el que salga de esa maldita rutina. Lexa estaba cansada de todo.
Cerró el libro de golpe y tiró su cabeza encima de él, suspirando con pesadez. Permaneció en esa posición cinco minutos, volviendo a subir la cabeza para coger la botella de agua y beber de ella. Estaba en su habitación nueva, en la residencia de estudiantes en Sevilla, España. No tenía televisión y ni siquiera había una mosca con la cual distraerse mientras estudiaba.
Su móvil comenzó a sonar, sobresaltándola un poco.
- ¿Sí? - preguntó tras haber deslizado el botón verde en lo ancho de su iPhone.
- ¿Lex? - reconoció esa voz tras la línea. Era Ruby, su mejor amiga.
- Dime, Rub.
- ¿Qué haces esta noche? ¡Es jueves! Mañana no tenemos clases, no me digas que estás estudiando. - cuestionó con rapidez.
- La verdad es que sí.. Esto de estudiar fotografía es más complicado de lo que creía.. - susurró.
- Lo sé, pero hoy salimos, bajo en cinco minutos. - dijo cortando la llamada antes de que Lexa pudiera digerir la información.
La chica se levantó de su asiento a duras penas, estirándose para hacer crujir sus huesos y sentirse así mejor. Se frotó los ojos bostezando un poco.
Su amiga fue totalmente puntual, ya que a los cinco minutos ya estaba tocando la puerta de su habitación. Ella abrió un tanto extrañada.- ¿Quién te ha abierto? - pregunta, antes de hacerse a un lado para dejarla pasar.
- Andrew. - contestó, esbozando una enorme sonrisa.
- Ah. - dijo, cerrando la puerta tras de sí.
Ruby entró a su habitación, no era muy amplia, pero sí bastante acogedora. El techos era alto, en el lateral se encontraba su cama, era muy grande, casi matrimonial y en frente un armar un de tamaño medio, en donde su amiga se encontraba ahora, buscando cualquier prenda.
- Tienes muchísima ropa y siempre te veo con lo mismo.. - dice soltando un bufido.
- No es algo que me importe. - contesta la chica encogiéndose de hombros.
- Pues a mí sí, así que será mejor que te vayas a la ducha, ¡porque no tengo todo el día!
Lexa rodó los ojos, abriendo la puerta de su habitación para salir al pasillo. Ella sabía que su amiga hablaba en serio, así que era mejor hacerle caso ahora que no empezaba a refunfuñar.
La habitación de Andrew estaba cerrado, así que imaginó que había salido o que estaba dentro estudiando como un loco para su prueba de japonés. No había que molestarle.A duras penas y pasos cortos, Lexa entró al baño, encerrándose en ella para después encender la luz y observarse en el espejo. No era una chica fea, pero tampoco era una top model. Su pelo era largo hasta su cintura, castaño claro tirando a rubio. Sus ojos eran grandes y de color miel, su piel pálida. Soltó un suspiro tras ver aquellas bolsas que tenía bajo los ojos por la culpa de los estudios.
Empezó a desnudarse, deshaciéndose de cada tela que tapaba su cuerpo, era delgada, su cuerpo era curvilíneo, delicado y era muy alta. Sus muslos eran regordetes pero sólo porque tenía que cargar con dos enormes nalgas.Entró bajo la alcachofa de la ducha y abrió el agua, dejando que el mismo cayera sobre su piel, haciéndola sentir mejor y sobretodo más limpia. Se lavó el pelo con sumo cuidado y después todo su cuerpo. Una vez que acabó, se secó y se puso su ropa interior, saliendo de allí con una toalla alrededor de todo su cuerpo y pelo.
Abrió de nuevo la puerta encontrándose con Ruby y su estúpida sonrisa. Rodó los ojos.
- ¿Has escogido la ropa, verdad? - preguntó, saliendo de ya la respuesta.
Su amiga asintió sonriendo, apuntando con su dedo índice a la cama, donde estaban las prendas perfectamente planchadas y combinadas.
Lexa se lo puso todo sin cuestiones, girándose una vez lista para verse en el espejo.Llevaba una camisa de tela fina, unos vaqueros negros ajustados, demasiado a decir verdad, y unas notas negras que tapaban su tobillo. Al verse, hizo una mueca, transformándola en una sonrisa.
- Eres increíble. - le dijo a su mejor amiga.
Al acabar de peinarse, no se molestó en maquillarse tanto, tan sólo un poco de base para camuflar esas horribles ojeras y el pelo suelto, como siempre.
Ambas amigas cogieron todo lo necesario y salieron de la residencia, saludando a vecinos y a compañeros que pasaban por los pasillos. Una vez fuera, tomaron un taxi directos a la discoteca donde siempre iban junto a sus amigas Doña Bella, en donde todo el grupo de amigos se reunió.
La música estaba alta y todo estaban bailando, no eran ni las doce de la noche, pero todos habían ansiado el regreso del fin de semana para poder desconectar de los estudios o problemas internos por un momento. Lexa estaba bastante feliz y no tardó en conseguir la primera copa, y la segunda, y la tercera..
Cuando perdió la cuenta de todas las copas que había bebido a lo largo de las dos horas que llevaban ahí, se vio en la pista de baile bailando con sus amigos. Leah, Morgan, Ana y Ruby se encontraban ahí, bailando con vasos en sus manos alguna canción movida que fuera latina. Adoraban aquella discoteca, aunque siempre había peleas de todo tipo, incluso la de mujeres peleando por un hombre, como en esas telenovelas aburridas y dramáticas que echan siempre en la televisión.
Todo estaban disfrutando hasta que Lexa decidió volver a la barra, donde había una chica bastante atractiva.
- Hola hermosa, ¿qué deseas? - le dijo la muchacha, elevando una de sus cejas.
- Ron con coca cola. - respondió, sonriendo de forma tonta, ya que estaba más borracha de lo que debería.
Apartó la mirada un segundo, a lo que vio a otra chica en la esquina de ella, mirándola fijamente, se iba acercando poco a poco y antes de que pudiera decirle nada, esta estrelló sus puños en contra de la cara de la muchacha que le había dejado su ron en la barra.- ¿Qué coj..?
- ¡¿Qué mierda has puesto en su bebida, maldita estúpida?! - le gritó, negando con su cabeza. Todos estaban mirando ahora, curiosos por saber qué demonios había pasado y la cabeza de Lexa empezaba a dar vueltas, tanto que empezó a vomitar, manchando los zapatos de aquella desconocida.
Lo último que escuchó antes de quedar inconsciente, fue una maldición de ella, cayendo finalmente al suelo.