– Vas a tardar mas, yo lo hago – dijo Micol decidiendo ignorar las palabras de el caballero, al fin y al cabo, todos querían algo. Con un simple pensamiento las ropas de hombre volvieron a verse limpias y arregladas. Y también curo una herida en su brazo que le había estado molestando, pero el hombre no había dicho nada. Que idiota, como si fuera a dejar que eso arruinara el traje, eran ropas caras para tenerlas manchadas de sangre.
– Gracias – dijo – ¿ves? Hasta yo puedo decirlo – y tenia la idea fija el maldito.
– ¿Vas a dejar el tema si te agradezco? – pregunto ya exasperada.
– Si.
– Bien – se paro y se puso a su altura – Gracias por salvarme la vida oh gran caballero, cuando yo podía hacerme cargo sola.
– Solo los congelaste después.
– ¿Se suponía que tenia que matarlos? – lo interrumpió – Vamos a dejar una cosa clara, no se que clase de persona me crees y la verdad no me importa mucho, pero si hay algo que me molesta mucho es tu manía a juzgar como malignos a todo aquello que sea mágico u no humano. Vos estabas dispuesto a matarlos, cuando solo unos golpes hubieran servido para ahuyentarlos, solo están desesperados, así que considera quien esta mal moralmente antes de hablar.
– No fue una critica. Solo quiero que reconozcas que a veces necesitas ayuda – paso por al lado de ella y volvió a cargar los bolsos – Y con ese gracias supongo que ya me siento satisfecho, nunca creí que fueras a decirlo – se burló.
Micol quiso responderle pero tenia razón, hacia mucho que no agradecía a nadie porque ya no necesitaba de nadie y se suponía que nunca debía hacerlo. Además ¿quien se sentía satisfecho con un gracias? Que idiota. No podía esperar para llegar a la boda y terminar con esto.
Siguieron su camino y cada vez se podían ver mas casas mostrando que estaban cerca de su destino. Se detuvieron en una posada para poder tener un almuerzo tardío y Miki alquiló dos caballos que los llevarían al castillo y los regresarían en su vuelta a casa.
– Al menos no voy a tener que caminar más – comento Zandra.
– Hmm – dijo Miki mirando que la zona estaba llena de guardias y soldados, mucho mas cuando entraron en la ciudad y se acercaban al castillo. Supuso que tendría que planear otra forma de salir porque no creía que todo iría bien si quería cumplir con su plan – Solo mantente cerca en todo momento – fue su ultima orden.
Cuando llegaron al castillo, utilizo las invitaciones que Aldous le había dado de parte de la familia Simonsson, no que tuvieran el nombre de ellos ya no podía haber ninguna prueba, solo seria una bruja loca amargada y que odiaba toda muestra de felicidad y amor verdadero, porque al parecer a eso se dedicaban las brujas.
Habían llegado justo durante la ceremonia así que tenia tiempo para ir a cambiarse y arreglarse, no iba a interrumpir los ritos matrimoniales, si le molestaba cuando se lo hacían a ella no imaginaba como quedaría el pobre sacerdote. Ahora las fiestas siempre se salían de control.
Y su acompañante no tenia mucho para decir y se estaba comportando porque la siguió en silencio hacia los cuartos que les ofrecieron para refrescarse después del viaje, e incluso la espero en su puerta, como un buen sirviente. Aldous seguro tuvo una buena charla con el hombre, ojala también sirviera para cuando estaban solos.
De todo los vestidos que llevo eligió el mas llamativo, un dorado con detalles de perlas, acentuaba sus curvas al igual que combinaba con sus ojos y como toque final un collar con una enorme piedra amarilla. Claro que tuvo que peinarse el cabello aunque en el ultimo tiempo se había acostumbrado a llevarlo suelto, pero así acentuaba mas su delicado cuello.
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Una lección de Otoño
Fantasyla imagen es de Abigail Larson https://www.facebook.com/Abigail-Larson-193028701665/?fref=ts