*flashback*
El auto se alejó rápidamente dejando al niño abandonado al costado del camino. Temblando de frío, se sentó y
colocó los brazos alrededor de las rodillas. El viento sacudía con fuerza su cabello.No abras la boca, monstruito, o volveremos por ti, le habían dicho.
No quería que regresaran: eso lo tenía muy claro, aunque no se acordara su nombre ni dónde vivía.
Una familia pasó a su lado: la madre tenía un bebé en brazos; el padre llevaba de la mano a un niño. La pequeña permaneció mirando fijamente el césped pisoteado mientras contaba las margaritas.
Como será que te lleven en brazos?, se preguntó.
Hacía tanto tiempo que nadie lo abrazaba que la visión le resultó insoportable. Podía ver el brillo dorado que irradiaba la familia: el color del amor. No confiaba en ese color, le provocaba sufrimiento.Cuando la mujer lo divisó, el niño apretó los brazos con más fuerza en un intento de que nadie notara su presencia, pero fue en vano. La señora le habló al esposo, le entregó el bebé y se acercó a el.
-Estas perdido, cariño? -Le preguntó arrodillándose a su lado.
No abras la boca o volveremos por ti.
El pequeño sacudió la cabeza.
-Mama y papá están adentro? -La mujer frunció el ceño y su rostro se tiño de un rojo furioso.
No sabía si debía asentir. Su mamá y su papá se habían marchado, pero eso había ocurrido hacía mucho tiempo. No habían ido a buscarlo al hospital, sino que habían permanecido juntos en un incendio durante ese momento.
Decidió no decir nada.
El color rojo del rostro de la mujer se volvió más intenso y el niño se estremeció: la había enojado. Los que lo abandonaron le habían dicho la verdad. El era malo y hacía infelices a quienes lo rodeaban.
Apoyó la cabeza en las rodillas. Tal vez, si fingía no estar allí, la mujer recuperaría la alegría y se iría. A veces, eso le daba resultado.
-Pobrecito! -Suspiró la señora poniéndose de pie- Jamal, podrías regresar y decirle al gerente que afuera hay un niño perdido? Yo permaneceré con él.
La mujer los vio alejarse hacía el restaurante y se sentó junto al el.
-No tienes de que preocuparte. Estoy segura de que tu familia estará buscándote. -Dijo antes de aplastar las margaritas 5 y 6.
Comenzó a temblar violentamente mientras agitaba la cabeza. No quería que ellos lo buscarán. Ni ahora ni nunca.
-Está todo bien. En serio. Sé que debes sentirte asustado pero pronto estarás con ellos.
Emitió un gemido y luego se llevó la mano a la boca. No debo emitir ningún sonido, no debo armar lío. Soy malo. Malo.
Sin embargo, no era el quien causaba todo ese alboroto. No era su culpa.
Mucha gente se había congregado a su alrededor. Vinieron policías de chaquetas amarillas como los que habían rodeado su casa aquel día, voces que le hablaban y le preguntaban su nombre.
Pero eso era un secreto y hacía mucho tiempo que había olvidado la respuesta.