Prólogo

53 4 6
                                    

Era una noche hermosa, con una brisa refrescante que relajaba a todo aquel que la sintiera. Al estar en un pueblo rodeado de bosques, debería de ser una hermosa vista, con todos esos pinos y robles adornando un paisaje, sobre todo con ese hermoso fenómeno natural que no todos tienen la oportunidad de ver en toda su gloria.

'Padre nuestro que estas en los cielos'

Sin embargo, estando dentro de los bosques, escuchando todos esos ruidos, corriendo tan rápido como las piernas lo permiten, dicho fenómeno ya no era tan maravilloso. Apenas servía para iluminar el camino que el hombre debía seguir.
Claramente, hacia frío para alguien con solo una ropa interior que lo protegiera, su respiración dolía, su corazón quería salir de su pecho y la cabeza daba tumbos por la perdida de sangre. Había logrado escapar y era un milagro seguir con vida, considerando los cortes en su cuerpo que parecían estar abriéndose otra vez, pero no importaba. No mientras se mantuviera lejos de esa jodida ciudad. No mientras se mantuviera lo suficientemente alejado para que esas cosas no pudieran oler su sangre.
Sus descalzos pies pisaban lodo, tierra, insectos e incluso algunos arboles que estaban en el suelo, hasta que finalmente piso carretera. Al parecer si había algo mas esperanzador al otro lado de los bosques, pero no se detuvo. En su lugar, corrió un poco mas rápido, esperando que un carro pasara por ese camino, esperando un pueblo que pudiera ayudarlo a atender sus heridas. Sabia que si se detenía por unos segundos, su aliento habría sido para nada, al igual que el intento de escapar. Obligaba a sus pies a seguir adelante a pesar de que la adrenalina había disminuido, porque sabia que esa era la única ventaja que tenía.

'Y perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden'

No estaba seguro de como hacer que un auto se detuviera, podría parecer un degenerado con tan poca ropa, o tal vez pensaran que es una estrategia para robar. Las ideas se estaban acabando.
Un ruido lo distrae de su camino. Un ruido en el bosque. Se ralentiza un poco, y a causa de su cuerpo cansado y agobiado, tropieza, generando un sonido opaco cuando su cuerpo choca con el suelo. Un quejido escapa sus labios y cubre con una mano la herida que tenia en el pecho, sintiendo la sangre escapar. Dolía demasiado, y su cuerpo ya no tenia las fuerzas suficientes para levantarse. Sus pestañas estaban pesadas y un dolor más comenzaba a formarse en su cabeza.
-¡Dios mío!- Exclama una mujer, acercándose rápidamente. El masculino solo podía escuchar el sonido de las hojas secas y ramas rompiéndose, e inhalo, sintiendo la tranquilidad rodearlo al saber que alguien lo había encontrado -¿Estas bien?- El sujeto mueve la cabeza, para alcanzar ver a la fémina que lo había encontrado, asegurarse que su esperanza no era un sueño. Vio unas botas negras llenas de tierra, su respiración se aceleró cuando vio el pantalón de mezclilla claro y reconociendo la voz que con tanta amabilidad hablaba -Corriste mucho con esos cortes... pobrecillo- La mujer se puso de cuclillas, al mismo tiempo que el hombre levantaba su torso ligeramente, usando la poca fuerza en sus brazos y piernas. A pesar de la sombra que tenia en su rostro debido a que estaba dándole la espalda a la luna, pudo reconocer al instante a la joven frente a el, y podía ver con claridad como ella mostraba una gran sonrisa.

'Y líbranos del mal'

-Menos mal que corremos más rápido, casi arruinas la fiesta- La dulce voz femenina ahora suena distorsionada, como si se mezclara con diferentes voces que la hacían sonar más aterradora. Con lágrimas en los ojos, el sujeto intenta alejarse, arrastrándose por el suelo, pero la mujer camina tranquilamente, con esa maldita sonrisa en sus labios y logra pisar su pierna, impidiendo que se alejara más. El hombre se queja y patea con su otra pierna, observando como no le hace absolutamente nada. Es entonces cuando ve su rostro, notando como ella lo observa con ojos completamente negros. Sabe lo que sigue, y no puede hacer otra cosa mas que decir un pequeño "no".
Pisándolo con fuerza, ella rompe la tibia del masculino, haciendo que libere un grito desgarrador. Y mientras es arrastrado de vuelta a los bosques siendo tomado por la pierna rota, no puede hacer mas que decir sus plegarias en voz alta, traicionando su ateísmo. Aunque eso ya lo había hecho desde que descubrió quien era esa mujer. Desde que descubrió que era y de donde venia. La mujer ríe y se burla de su inútil intento de salvación, con esas múltiples voces acompañándola, cada una de ellas representando al ente diferente que habitaba en ese cuerpo... a los demonios que la seguían. El sujeto usaba sus manos para intentar alejarse, dañándolas más, y por último, vio a la luna y al extraño evento natural que hacia todo un poco peor, maldiciendo mentalmente a aquella luna roja que atestiguaba su muerte.

Al final, su esperanza realmente no era mas que un sueño.

'Amén'

Entre demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora