Caminata por el pasillo de la muerte

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Me senté en un lado de la cama, me puse a pensar, pero no sabía que pensar, y, para qué diablos iba yo a pensar en algo, de todos modos iba a morir. Un guardia se acercó a mi celda, abrió la puerta y me habló.

-Es hora- dijo con voz amable y compasiva

Me pare y empecé a caminar por el pasillo, que por cierto, era un poco angosto, llevaba mi mirada fija en el suelo y mis pies; yo sabía que al final de ese pasillo me esperaba una silla eléctrica, un hombre con un rifle, una cuerda colgando de una barra de hierro o tres inyecciones mortales de químicos

-¿Cómo será?- pregunté en voz baja a los guardias que me acompañaban- ¿Qué usarán?
-Creo que es mejor para ti si no piensas en eso- me dijo uno de los guardias con más experiencia

No dije nada más y seguí, mis ojos se tornaron húmedos y mi mirada era triste, seguí caminando hasta que al final del pasillo nos topamos con una puerta de metal, era pesada, o al menos eso pude ver cuando los guardias del frente del grupo estaban abriéndola, les fue muy difícil; la habitación era sombría y tenía un olor extraño, al centro estaba una silla cubierta con una manta, me puse nervioso, mi vista cambio de objetivo, de mirar al suelo pase a lo que había debajo de la manta

-Tranquilo, no dolerá- dijo un guardia que estaba ahí-
-¿Puede quitar la manta?- pregunté

El guardia que trato de tranquilizarme hizo un gesto con la mano y otros dos guardias se acercaron y descubrieron una silla eléctrica, la vi y suspiré, camine hacia ella y me senté, los guardias que habían quitado la manta me sujetaron las manos y las piernas.

Abrieron las ventanas y pude ver a todas las personas que habían llegado para ver morir a un ser humano, para verme morir a mí; cuando todos los asistentes acabaron de llegar, un guardia me cubrió la cabeza con una manta pequeña...

El momento estaba cerca

Recuerdos de un condenado a muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora