La luz se había apagado gracias a la manta que cubría mi rostro, cerré mis ojos y mis recuerdos se tornaron oscuros y sombríos, que podía decir, era un maldito bastardo, lo fui desde que tengo memoria; empecé a recordar las travesuras que hacía cuando era pequeño.
Frené un momento mis pensamientos y estruje mis manos, forme dos puños, y volví en mi, mi primer recuerdo salto a la luz; yo no tendría más de diez años, estábamos en la escuela con mis amigos, era hora del receso, y mis compañeros y yo, tomamos lodo de un charco fanganoso que había en el patio de juegos, nos metimos en el salón, era hora de la clase de matemáticas, yo odiaba al maestro y él me odiaba a mí, entonces, con un balde que habíamos robado unos días antes del almacén del conserje, arme una trampa justo sobre la silla del escritorio del frente de la clase
-ojalá funcione- me decía a mí mismo mientras armaba el artefacto
Y justo cuando estaba por terminar de armar aquella broma, vi a unas cuantas cucarachas muertas justo en el marco de una ventana superior al pizaron, y que afortunadamente estaban a mi alcance; las tomé con una pequeña sensación de asco y las vertí dentro del lodo
Me senté en mi lugar lo más rápido que pude, y después de un par de segundos vi entrar al maestro y dirigirse directamente hacia el asiento, no sospechaba nada, y justo cuando se sentó en la silla, solté la cuerda que sujetaba a la cubeta, él miró hacia arriba y como tenía la boca medió abierta, varias de las cucarachas entraron en su boca
Me pase castigado varias semanas, pero valió la pena ver la cara del maldito profesor de matemáticas cuando saboreo a las pequeñas cucarachas. Esa fue la primera gran travesura de mi vida
