Te elegí a ti || Niall Horan || ©

Cap 2 ✓

Dana en la multimedia

No sabía donde estaba, me dolía horriblemente la cabeza. Cuando intenté levantarme un dolor en el cuello hizo que me paralizara por el dolor.

Los recuerdos de anoche aparecieron en mi cabeza y sin importar el dolor me levanté como pude y me puse de pie.

La verdad no sabía si era de noche o de día, pues estaba muy oscuro. Vi una luz que se acercaba por el pasillo y me puso alerta, cuando apareció aquel chico rubio con una vela.

—Veo que despertaste.

—¿Quién eres? –pregunté como pude ignorando el dolor de cuello y cabeza.

—Mi nombre es Niall Horan, ¿Cuál es el tuyo?

—¿Qué hago aquí? –pregunté ignorándolo y observando la habitación con la poca iluminación que daba la vela.

—Estas demasiado débil, deberías seguir descansando –y como si sus palabras tuvieran poder en mi cuerpo, me desmayé.

*****

Al abrir mis ojos pude ver a Niall sentado en la silla junto a mí observándome quieto, como una estatua. Me levante rápidamente y el dolor en el cuello apareció y no tuve de otra que volverme a recostar.

Sonrió ante ello.

Lo vi como si hubiera sido la primera vez, no me había dado cuenta que tenía unos colmillos tan grandes, así como unas uñas largas y orejas ligeramente puntiagudas.

Tampoco me percaté de su pálida piel pero lo único que seguía siendo los mismos eran sus ojos que en aquella fiesta que me hipnotizaron cuando al verlos.

—¿Que... eres? –pregunté con pánico ante la espera de su respuesta, pero él seguía sonriendo

—Tranquila estoy tan vivo como tú, bueno tanto como un ser sin corazón puede estarlo –soltó una carcajada

—¿A qué te refieres?

—Soy un vampiro –dijo de lo más tranquilo y yo sin poder asimilar lo que me acaba de decir.

—¿Qué? –suspiró impaciente

—Soy un vampiro, creo que no es tan difícil de entender –su expresión cambió un poco y una pequeña arruga apareció entre sus cejas y lo único que hice fue reír, reír y reír —¿De qué te ríes? –me preguntó confundido

—No... lo sé... es imposible que seas... un vampiro –dije ya calmándome y limpiando algunas lágrimas caídas por la risa

—Te tengo una propuesta –me dijo poniéndose de pie y caminando por la habitación —¿Te gustaría ser inmortal? O sea vampiro... bueno vampira –dijo con una sonrisa mirándome, me levanté como pude ante su pregunta.

—Yo... yo... –no sabía que decir a esa pregunta me agarró por sorpresa pero...

¿Valía la pena vivir para siempre? Vivir viendo como las personas que me importan mueren lentamente y no solo eso sino entrar al mundo de Niall, un completo desconocido para mí.

El único lazo que me unía a mi madre era por sangre y tenía que mantenerme a su lado por obligación, no por cariño, no tenía hermanos, ni primos, ni abuelos.

Lo único que tenía era a Dana...

—¿Dónde esta Dana? –le pregunté

—¿Quién?

—La chica que estaba conmigo ayer –dije temiendo lo peor

—Oh, ella... esta muerta –dijo con indiferencia

Me quedé pasmada ante sus palabras

—¡¿Qué?! –grité tratando de ponerme de pie pero volví a caer en la cama

—Es la verdad, ella está muerta. —su indiferencia me molestaba incluso me dolió —Sé lo que estas pensando pero con los años te acostumbrarás a dejar de sufrir por tu naturaleza. –dijo sonriendo

—Estás enfermo. –susurré más para mí que para él

—No –rió —Solo hago lo necesario para sobrevivir –comencé a toser de una forma brusca y violenta que me obligó volverme a recostar, Niall se acerco a mí y sé sentó en la silla —Estas muriendo –dijo serio, no podía dejar de toser

—Y a ti que te importa que si muero –seguí tosiendo —¿Por qué no me matas como lo hiciste con Dana?

—No quiero que mueras porque si lo hubiera querido ya te habría matado. Aún así, si deseas morir, no te voy a detener –dijo mirándome —Ahora, escúchame bien ¿Quieres vivir para siempre o prefieres morir? Porque puedo darte las dos cosas. –la tos aumentaba más en mí haciendo doler mi pecho e incluso mi corazón.

¿Morir o vivir para siempre?

—Yo... yo quiero vivir –dije como pude

—¿Para siempre? –preguntó sonriendo y asentí —Bien –dijo satisfecho, llevó su muñeca a la boca y la mordió. Me la entregó —Bebe –ordenó

—¿Qué...? –dije y sentí como la comida subía a mi garganta para ser arrojado

—Debes beber mi sangre, vamos te queda poco tiempo –acerqué su brazo a mi boca y empecé a beber, su sangre era fría, no era como de las personas, al principio me pareció amargo y metálico pero después me comenzó a parecer más sabrosa hasta el punto en que no podía dejar de beberla —Bien... para ya ¡Para ya! –dijo quitando su brazo de mi boca bruscamente, volví a recostarme en la cama tratando de regular mi respiración

—Vendré al anochecer –dijo poniéndose de pie

—¿Qué hora es? –pregunté en un susurro

—Medio día –respondió y salió de la habitación