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- Ey, ¿te vienes con nosotros? He quedado con los chicos en el cine que hay cerca del piso.

- Uff... me siento muy cansado, los horarios están acabando conmigo. Me estoy haciendo viejo, Namjoon -Suga se estiró, haciendo que varios de sus huesos resonasen al mismo tiempo que una carcajada salía de la boca de su compañero.

- Estás hecho todo un anciano, querido -Namjoon volvió a reír y le dio un par de palmadas a su compañero.- Aprovecha y descansa entonces, que mañana tenemos un día duro por delante -Namjoon sonrió de forma que se le marcaban ambos hoyuelos antes de darse media vuelta y dirigirse hacia el cine, donde esperaba que ya se encontrase el resto del grupo.

Suga se encaminó hacia el piso, pensando en las cosas que haría una vez llegase. La lista no era muy larga, solo contaba con una opción y era dormir.

Entró en el apartamento, quedándose estático en la puerta al ver como Jimin estaba en medio de la sala intentando mantenerse de espaldas sobre una bola de esas de hacer gimnasia. No tardó en soltar una fuerte carcajada cuando Jimin cayó al suelo, rodando la bola hasta sus pies.

- ¿Se puede saber qué intentas? -Yoongi le dio una patada a la bola, haciéndola rodar hasta la otra esquina de la habitación.

- Oh, hyung... Intentaba calmar mis dolores de espalda, leí en internet que la maldita bola era buena para ello, pero en vez de calmarlos los he incrementado después de mis numerosas caídas... -Jimin no pudo evitar poner un puchero, levantándose del suelo mientras se frotaba la espalda, dolorido.

- Solo a ti se te ocurre hacerle caso a las cosas que lees en internet, Jiminnie -Yoongi negó con la cabeza, riendo al recordar la caída que acababa de presenciar y al imaginarse cuantas otras habría tenido antes de llegar él.- A todo esto, ¿no deberías estar en el cine con el resto? -Elevó una ceja, dando unos pasos hacia Jimin.

- Debería, pero mis dolores de espalda no me iban a dejar estar sentado y tranquilo durante una hora y pico en una de esas incómodas butacas -Jimin resopló, desplomándose sobre el sofá.

- Entiendo. -Yoongi se quitó la cazadora que traía puesta y la tiró en otro sofá que estaba libre. Se quedó mirando a Jimin unos instantes, sintiéndose mal por el menor. Jimin nunca dejaba de ensayar y de esforzarse por el grupo, siempre se terminaba sobre-esforzando. A pesar de su propio cansancio, sintió la necesidad de reconfortar al menor de alguna forma.- Oye, Jimin.

- ¿Mh? ¿Qué pasa, hyung? -Jimin contestó con los ojos cerrados, aun frotándose la espalda con una mano como podía. En su rostro se reflejaban pequeñas muestras del dolor que sentía.

- ¿Quieres que te de un masaje? No soy muy bueno, pero quizás eso logre calmarte un poco esos dolores -Yoongi se rascó la nuca mientras hablaba, no queriendo que Jimin se diese cuenta de que su masaje llevaba una doble intención oculta. El mayor llevaba tiempo sintiendo a todas horas la necesidad de estar más cerca de su dongsaeng. Necesitaba verlo sonreír todo el tiempo y le dolía cuando este estaba mal.

- ¡¿Lo dices en serio?! -Jimin abrió los ojos rápidamente y una sonrisa enorme cruzó su cara. La expresión de "tenía una sonrisa de oreja a oreja" le venía que ni pintada a él en esos instantes.- Si hyung, por favor, me hace demasiada falta y estaré encantado de que me lo hagas tu -La voz de Jimin sonaba casi suplicante, lastimera. Aun así, Jimin esperaba que en su voz no sonase la desesperación que sentía no solo por aliviar un rato el dolor de su espalda, sino la desesperación que estaba asentada en su corazón por su deseo de querer ser más cercano a su hyung.

- Está bien. Sácate la camiseta y túmbate de espaldas en el sofá, voy a ponerme cómodo y ahora mismo vuelvo.

Jimin hizo lo que su mayor le había ordenado. Se quitó la camiseta, tirándola sobre la chaqueta que Yoongi había dejado olvidada en el sofá y se acomodó en el que estaba sentado segundos antes.

Por su parte Yoongi se metió en su habitación, se quitó la ropa que traía y en su lugar se puso unos pantalones de chándal que le quedaban un poco grandes y una camiseta blanca de tirantes. Esas camisetas solo las usaba cuando estaba en casa y quería estar cómodo.

- Ya estoy listo y veo que tu también, así que voy a ello. -Yoongi se acercó al sofá y se acomodó sobre el cuerpo de Jimin. Se colocó a horcajadas y terminó sentado sobre el trasero del contrario.- ¿Te peso mucho? -Yoongi preguntó al mismo tiempo que vertía en sus manos un poco de crema de un bote que cogió de la habitación justo antes de salir de esta.

- Habló el gordo de la casa -Jimin no pudo evitar reírse unos instantes, enmudeciendo al darse cuenta de que era el único que reía. Pensaba que al decirle eso, teniendo en cuenta que era bien sabido por todos que Yoongi era el más delgado, se reiría. Pero falló. - No más chistes, me ha quedado claro. No hyung, no pesas, si tu estás cómodo por mi perfecto -Jimin colocó sus manos debajo de su cabeza, quedando así sus brazos a cada lado de esta y cerró los ojos.

- Bien. Allá voy.

Yoongi dejó en el suelo en bote de crema y posó las manos sobre la espalda de Jimin, sintiendo como este se estremecía ante ese contacto. Lo achacó a lo fría que estaba la crema y se dispuso a comenzar su tarea.

Las manos de Suga viajaban por la espalda de Jimin con suavidad. Hacía movimientos ascendentes que a ratos combinaba con movimientos circulares por toda esta. Bajaba hasta donde se encontraba su pantalón y ascendía hasta los hombros. Siempre con calma, disfrutando del calor que emanaba el cuerpo de Jimin. Había visto como Jimin se palpaba la zona baja de la espalda, por lo que se centró un rato en esa parte. Apretó un poco más sus manos en la zona lumbar, haciendo presión hacia los lados, repitiendo los movimientos unas cuantas veces. Volvió a hacer los movimientos ascendentes por toda la espalda hasta que decidió masajear la zona superior. Jimin tenía mucha tensión en la zona de las cervicales, por lo que para poder llegar mejor a esa zona se tumbó ligeramente sobre su espalda. Yoongi luchaba por concentrarse en los movimientos de su mano y en intentar disminuir el dolor que Jimin sentía, pero desgraciadamente el tener a Jimin en esa posición debajo de él, sumado al calor que emitía el cuerpo del pequeño y que sus partes bajas rozaban sin parar con el apetitoso trasero del contrario no le ayudaban a concentrarse en su principal tarea. Tampoco Yoongi era capaz de hacer oídos sordos a los jadeos que le sacaba a Jimin cada poco tiempo, seguidos de pequeños temblores, dándole así a entender que le estaba gustando el masaje. Aun así continuó unos minutos más masajeando los hombros. Yoongi no se dio cuenta en qué momento se perdió en sus pensamientos, pero solo la voz de Jimin le hizo reaccionar.

- H-hyung... -Jimin tenía la voz ligeramente ronca. Solo al escuchar su nombre Yoongi se dio cuenta de que se encontraba totalmente tumbado en su espalda mientras repartía pequeños besos por su nuca. -Yoongi-ah...

- Sshh... Jiminnie... déjame disfrutar unos minutos más... -Las manos de Yoongi viajaron hasta la cintura de Jimin, apretando ligeramente en esta los dedos cuando mordió el lóbulo de su oreja. Se había rendido a sus deseos más ocultos, no podía desaprovechar la única oportunidad que el destino le había brindado.

- Mmh... Y-Yoongi... - Jimin apoyó las manos en el sofá y elevó ligeramente la cabeza, girándola un poco para mirar a su hyung, sintiendo como le ardían las mejillas.- Bésame... -El pequeño pasó la lengua por sus propios labios intentando no apartar la vista de los ojos de su hyung.

- Tus deseos son órdenes para mi... -Y Yoongi ya no esperó más. Acortó la poca distancia que lo separaba de los labios del contrario y lo besó de forma autoritaria, con deseo, queriendo transmitir en ese beso los sentimientos que durante tanto tiempo había escondido.

El masaje ya no le importaba a ninguno de los dos. Los besos se fueron haciendo cada vez más intensos, más acalorados, más ardientes y más húmedos. Jimin seguía bajo el cuerpo de Yoongi, pero en esta ocasión boca arriba, colando sus manos por debajo de la camiseta del contrario para arañar allá por donde tocaba. La necesidad que ambos tenían de sentir al contrario era casi palpable en aquella habitación. La ropa les sobraba y no tardaron en deshacerse de ella. Besos, caricias, jadeos, gemidos, roces... todo les sabía a poco. Exploraron el cuerpo del contrario hasta conocer de memoria cada parte de este, siendo capaces de recitar cada pequeña imperfección que tenía el otro.

El destino quiso que se encontrasen solos en el piso aquel día, pero ellos serían los encargados de poder estar solos en muchas otras ocasiones.

¿Quieres que te de un masaje? [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora