Siempre he pensado demasiado.
Cuando tenía siete años me obsesioné con la muerte de mis padres. Pensaba en ello noche y día, tenía pesadillas, y en definitiva, todos estos pensamientos partieron esos años de mi infancia en pedazos.
En el otoño de los nueve, pasé a la muerte de mi hermano, y a medida que empezó el invierno, empecé a figurarme cómo sería la vida sin algunos de mis familiares cercanos y no tan cercanos; tíos, abuelos, primos, incluso el perro de mi abuela.
A los diez dejé de lado la muerte y me centré en la soledad. Empecé a imaginar mil escenarios en los que todos mis amigos me marginaban y acababa completamente sola. Esto transformó bastante mi personalidad, dividiéndola en la parte que está de mal humor porque va a ser traicionada y la que quiere agradar para no serlo.
En verano, tras mi décimoprimer cumpleaños, con la primera ola de calor y sol, empecé a reflexionar sobre el cáncer de piel, y con tanto tiempo libre, por mi cabeza desfilaron una docena de tipos de cáncer de los que podría morir.
El cáncer fue acompañado por gripe, neumonía, malaria, anemia, asma, bronquitis, viruela y meningitis.
Ese mismo verano, tras un episodio de "Entre fantasmas" en el que se estrellaba un avión, empecé a pensar sobre accidentes aéreos, lo cual casi me lleva al pánico cuando tomé mi primer vuelo unas semanas después. Y con tanto tiempo de viaje, me figuré las posibilidades de sobrevivir a un accidente en todos y cada uno de los medios de transporte posibles.
La noticia de un terremoto en Nepal en 2015 me dio pie a fantasear sobre las catástrofes naturales. Seísmos, tsunamis, huracanes, inundaciones, erupciones volcánicas, deforestación, contaminación atmosférica y cambio climático.
Recuerdo que incluso hubo una semana que subí el nivel a la erradicación de la raza humana...
En resumen, se puede decir que soy una persona bastante negativa. Yo prefiero pensar que tengo talento para calcular las posibilidades, nada más.
Lo que nunca imaginé es que este pequeño don mutaría hasta convertirme en lo que soy hoy... un pájaro de mal agüero.
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Míralo por el lado malo
Teen FictionOí a mi madre decir: "cuando la gente es demasiado inteligente, a veces pierde la cabeza". Nunca me consideré dentro de ese grupo. Ahora quizá la locura sea una de esas posibilidades macabras que yo, 'El Cuervo', me dedico a fabricar. Mi maldición...