Última pluma

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Agotado pero decidido, arrancó otra pluma, la remojó en tinta negra y volvió al papel. Le dolía, sí, pero eso no le impedía seguir escribiendo con la letra más fina y delicada de todas. La pluma se deshizo al minuto y volvió a extraer otra. Así continuó toda la noche, arrancando y escribiendo.

A la media noche logró escribir lo suficiente como para terminar su libro. Se sentía orgulloso de su obra, solo faltaba firmarla.

Tenía que hacerlo, no estaba terminado si no lo firmaba. Llevó su mano temblorosa a su espalda a arrancar la última pluma que le quedaba. Tenía que hacerlo, aunque el precio fuera alto.

Arrancó la última pluma y gritó de dolor. Abrió el libro ya sellado en la primera página y la firmó. Dio un último vistazo a su creación: La vida de un ángel sin alas.

Última plumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora