Oclumancia

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-¡Harry!- escuchó la risa de Ginny algo lejana... No pudo resistir el impulso y fue a observar. No importaba que Snape se quedara esperando, de todos modos fue un castigo injusto. Aunque cuando vio la imagen que se alzaba delante de ella, prefirió mil veces un interminable castigo con el profesor que fijarse en aquello. Ginny abrazada protectoramente por un fuerte brazo de Harry que, mientras hablaba en su oído, acariciaba su pelo delicadamente. –Harry James Potter, deja de decir tonterías...- dijo ella riendo.

-Por favor Ginny, es verdad. - contestó el con una sonrisa ladeada

-No... - protestó de nuevo, y de repente se abalanzó sobre él, besándolo suave. Harry respondió al beso, no ferozmente como hizo con Hermione, sino con una dulzura que hizo explotar en emociones irreconocibles el frágil corazón de la chica. Celos, ira, aceptación, dolor... Quizá era un sentimiento de protección, al no saberse querida por Ron buscaba consuelo y amor en Harry. ¿Amor? ¿Si quiera podía llamarse así?, pero ver como ellos dos parecían una feliz pareja la hizo sentirse particularmente extraña.

-Granger, 10 puntos menos para Gryffindor por andar husmeando a sus compañeros y 10 más por llegar tarde a su castigo.- dijo Snape a sus espaldas.- váyase ahora a mis despacho y espéreme por su castigo.- la miró con odio.- ¡POTTER! ¡WEASLEY! 20 PUNTOS MENOS PARA GRYFFINDOR POR ANDAR BESUQUEANDOSE- escuchó que decía el grasiento mientras se dirigía a las mazmorras.

No es como si lo que Harry hiciera le molestara, en realidad estaba enojada por tener que fregar calderos por cosas que eran patéticas. Además, ¡80 puntos menos! Que Dios la amparase para poder mirar a los ojos a sus compañeros cuando vieran aquello... aunque también era culpa de Harry por andar así con Ginebra (¿desde cuándo le decía Ginebra?). Seguramente si él hubiera rechazado irse del Gran comedor no hubiera perdido esos 20 puntos, porque no le hubiera gritado a Ron... Seguramente si él respetara las reglas y no se hubiera besuqueando por ahí con Ginny no hubieran perdido otros 20 puntos. Seguramente si él se hubiera quedado ella no se sentiría así. Bufó exasperada, ella no era así, a ella no le importaban esas cosas... además, había otras cosas más importantes ¿no? Harry había perdido a Sirius el año anterior y eso era mucho más importante, se dijo. Aspiró profundo y empezó nuevamente. Las manos rojas, de tanto fregar de la manera muggle, le dolían. No estaba acostumbrada a aquello, y se ocuparía de que no volviera a pasar. ¡Por los calzones bombachos de Merlín! Era una prefecta cualificada... no tendría que estar haciendo eso.

Habían pasado lo que parecían años desde que comenzó hasta que una voz la llamó- Granger... venga para aquí- levantó la vista y vio en Snape la mueca más macabra en la historia de las muecas macabras. Se quedó estática viendo sus amarillentos dientes y algo parecido al terror le contrajo el estómago. - ¿Qué pasa? ¿Acaso la abandonó la valía Gryffindor?- se burló- Venga para aquí Granger si no quiere perder otros puntos de su casa-

Ante eso, saltó y llegó lo más rápido que sus adormiladas piernas se lo permitieron. Volvió a quedarse cuan estatua al verse tan cercana a él. Lo miró interrogante.

-Ya ha terminado su castigo- dijo- sin embargo, hay algo de lo que quisiera hablarle antes de que se vaya. – Sus ojos negros perforando los marrones - Es sobre Potter-

-¿Qué tiene Harry?- preguntó impaciente Hermione, de repente algo se sentía revoltoso en su interior

-El problema mental lo tiene de nacimiento, quédese tranquila Granger. Es sobre sus clases de Oclumancia. Las ha dejado desde que Black murió.- dijo a modo de explicación

-Sí, lo sabía. Sus pesadillas han aumentado- frunció sus labios en una fina línea

-Lo sé. Necesito que me ayude a que él se concentre en vaciar su mente todas las noches, tratar de sacar las cosas importantes de sus recuerdos. He sabido, por confiables fuentes, que el Señor Oscuro intentará nuevamente utilizar la conexión existente entre él y Potter. Es preciso en este momento que se concentre en cerrar su mente. – lo miró desconfiada

-¿Qué es lo que precisa de mi? Profesor- preguntó dubitativa

-Piense Granger, no por algo tiene el coeficiente más alto de todo Hogwarts-

-¿Quiere que...?- empezó

-Sí, quiero que sea usted la que le dé clases de Oclumancia a Potter-


Recordaba las palabras de Snape como un mantra mientras que caminaba directo al despacho del director... desconfiaba de Snape casi como de Voldemort, por eso estaba allí. Había pedido una cita con Dumbledore y él había respondido muy amablemente con una nota, indicándole santo y seña. -Gaseosas ácidas- dijo, recordando la nota enviada por Dumbledore. La gárgola empezó a moverse y el silencio parecía más notorio en ese pasillo; Cuan entró, Albus Dumbledore estaba sentado, como habitualmente, en su sillón majestuoso. Sus anteojos de medialuna posados casi en la punta de su nariz le daban un aire poético pero su túnica azul brillante lleno de galaxias hacían de él un hombre casi risible, aunque Hermione no poseía ganas de reírse del hombre situado frente a ella. –Joven... me alegro que haya sido puntual- con un floritura de su mano indicó que se sentara en los sillones delante del escritorio. – Debo admitir que su actitud fue de gran asombro para mí - la miró penetrándole la mente.- ¿Quiere decir algo al respecto?-

Hermione arrugó el ceño ante eso, hubiera esperado cualquier cosa menos aquella notable aceptación. –Señor... el profesor Snape quiere que le dé clases de oclumancia a Harry- dijo yendo al grano

-Sí, lo sé- había agarrado un caramelo de limón – Yo le di la orden de que hiciese eso. Es importante que Harry se prepare para lo inevitable- abrió sus ojos con asombro, realmente había creído que era una trampa por parte del grasiento.- Oh mi querida niña... si tan solo pudieran ver con mis ojos al Profesor Snape. El tiene mi completa confianza y considero que debería tener la confianza de ustedes también. Su vida ha sido dura-

-El profesor Snape le hizo la vida imposible a Harry desde que llegó a Hogwarts- dijo molesta

-¿No crees que lo que hizo el Profesor Snape fue solo pura vergüenza combinada con el dramatismo de sus acciones impulsadas por erróneos sentimientos?- preguntó curioso- El prejuzgar a las personas nos lleva a hacer las cosas más desastrosas, Hermione- le sonrió pero su rostro en sí era serio- Quiero, como te dijo el profesor, que le enseñes a Harry oclumancia. Ambos sabemos que eres lo suficientemente capaz de hacerlo- dijo sin más

-Pero, señor... yo no estoy preparada. Ni siquiera sé hacer el hechizo para realizar la operación. Me llevaría meses hacerlo bien- contestó desesperada

-Oh, no te llevará meses, querida. Sé que podrás. Eres la única, aparte del señor Weasley, en quien Harry confía.- se levantó despacio, como si le doliera- vamos, mi niña. Es hora de que vayas a esa increíble biblioteca a prepararte-

-Señor...- dijo confundida

-¿Sí?-

-¿Qué le pasó en la mano?-

-Oh... eso es algo que todavía no puedo revelar.- me acompañó hasta la gárgola.- Por cierto, si me permite decírselo, y por más que no me lo permita debo hacerlo... es mi obligación después de todo cuidar del bienestar de mis alumnos, la señorita Weasley y el señor Potter no tienen ni tendrán nada ni remotamente amoroso. Ellos, simplemente, necesitan una muestra de afecto que, consideran, no pueden encontrar todavía. Debe luchar por lo que siente- dijo mientras volvía de vuelta a su despacho.


Continuará....


Felix Felicis, Harry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora