Empecemos por el principio...

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Mi nombre es Samantha Jackson y tengo dieciséis años. Soy una mestiza. Para contestar la duda que todos tienen ni bien escuchan mi apellido; sí, mi hermano es Percy Jackson, el gran héroe mestizo es mi hermano mellizo. Casi siempre viví a la sombra de él. Pero yo formé parte del principio. Acá les voy a contar las cosas que él evitó.


Todo empezó cuando teníamos cinco años. Mientras Percy estaba bañándose, a mi mamá se le escapó la verdad (todo eso de que mi padre es Poseidón y que soy mestiza), en ese momento no le dí importancia, pero unos días después, me dí cuenta de que esa era la razón de que nos atacaban y teníamos que mudarnos. Ni bien lo entendí (y sin pensar que mi hermano era igual a mi), empecé a planear una forma de escapar, para que mi mamá y mi hermano estén a salvo. Pedía cosas que sabía que iba necesitar para los cumpleaños, Navidad, cosas así.

Me llevó menos de dos años juntar todo lo que necesitaba, pero lo conseguí. Una tarde después de salir del colegio con Percy, llegamos a casa y yo le dije que ahora lo ayudaba con la merienda. Cuando él se fue a prepararla, yo entré corriendo a nuestra habitación, agarré la mochila que había preparado, y salí por la puerta sin dejar rastros. Mientras mi hermano se hacía una chocolatada.

Haber tomado esa decisión ese día, fue un error. Me fui dos días antes de mi séptimo cumpleaños. O sea que cumplí siete años en la calle. O sea que mi hermano festejó su cumpleaños solo. Unos días después de eso, me encontraron. Estaba durmiendo en un callejón, bastante escondida y me desperté sobresaltada por un ruido. En la salida, había cinco personas mirándome. Unos segundos después empezaron a acercarse, y ahí los pude ver bien. Eran empusas. O sea, tenían una pierna de un burro y una pierna ortopédica de metal. Salí corriendo, pero para hacerlo tuve que clavarles el cuchillo que me había llevado de casa, y dejarlo allí.

Corrí con todas mis fuerzas y cuando doblé en una esquina, me choqué con una chica. Ésta era más alta que yo, estrecha, desaliñada, de pelo negro y unos penetrantes ojos azules. Atrás de ella estaban otras dos personas; una chica y un chico. Me levanté, y sin disculparme me dispuse a seguir corriendo por donde ellos venían, pero...

-Pará -me dijo el chico-. No vayas por ahí, es peligroso.

-Luke -dijo la chica rubia que estaba a su lado-, tenemos que irnos. Están cerca.

Y los tres amagaron a doblar por donde venía yo.

-¡No! -les dije-. Por ahí también es peligroso. Hay empusas.

-¿Cómo sabés que son las empusas? -me preguntó Luke.

-Porque soy una mestiza. O eso me dijo mi mamá.

-¿Y cómo querés que te creamos? -dijo la de pelo negro-. Recién te conocemos.

-Thalia, calmate -le dijo Luke-. ¿Cómo te llamás? -dijo mientras me miraba.

-Samantha.

-Yo soy Luke, ella -dijo señalando a la chica a su lado- es Annabeth y ella -señaló con la cabeza a Thalia- es Thalia. ¿Qué hacés por acá sola? ¿No huíste con nadie?

-No. solo protejo a mi familia -dicho esto, salí corriendo por el único camino que quedaba.

Ni bien había terminado de cruzar la calle, ya me habían alcanzado. Los tres chicos corrían a mi lado. Traté de perderlos, pero Luke o Thalia me agarraban del brazo y me obligaban a volver. En unos momentos pensé que eran monstruos escondidos muy bien.

Lo que nadie sabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora