Capítulo 1: Castigo.

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Escogiste esa ropa tan ceñida para castigarle, y ha hecho efecto.
Clava su mirada en ti. Está MUY enfadado.
Sabes que no tardará en acorralarte y en devolvértela. No puedes huir, ha comenzado el juego.
Entras al baño y él te sigue; estás en un problema. Un problema muy gordo.
Agarra tus muñecas nada más que entras y te estampa contra la pared. Sus ojos peligrosamente brillantes están a pocos centímetros de ti.
"-¿Te diviertes?"-dice.
Tienes la garganta seca. Había sido la peor idea que habías tenido jamás. ¿Cómo se te ocurre pensar que puedes ganarle?
Su olor te impide pensar; demasiado... excitante. Él te muestra dos dedos y tú tragas saliva.

"No. Aquí no por dios"-piensas con horror.

Lee tu expresión y sonríe, triunfador.

"—Sabes que viene ahora ¿no?"

Tu garganta está MUY seca. Tragas saliva de nuevo.
Mete la mano bajo tu camiseta. Su piel esta MUY fría.
Se te erizan los vellos al primer contacto y tus pezones casi perforan la tela.
Mala idea eso de no llevar sujetador.
El se muerde el labio, pero no de forma tierna, sino de forma salvaje.
Comienza a desabotonarte la blusa, con sus largos dedos. Botón por botón.

No puedes reaccionar. Solo están sus malditos dedos.
Saca su lengua y se acerca el dedo índice, mirándote a los ojos, regocijándose de tu cara de sufrimiento.
Y entonces lo pasa por tu vientre, dejando un trazo húmedo, hacia tus senos.
Estas jadeando. El contraste de temperatura es demasiado. Él está demasiado cerca como para que se te ocurra escapar.
Solo puedes sentir.
Entonces, cuando llega al puente entre tus senos, se detiene y levanta sus ojos hacia ti. Te sientes casi febril. Y él lo sabe y le gusta.
Lleva la mano al grifo y lo abre, pasando sus dedos bajo el agua helada. Y sin dejar de mirarte, acerca sus malditos dedos a tu pecho.
Tu piel arde. Y el frío te eriza la piel aún más. Quieres gemir, pero te lo prohibes. No le vas a dar el placer.
Necesitas desahogarte y él no te besa. Solo te observa sufrir mientras juega con tus pezones, con una sonrisa malvada.

Ugh, como le odias.

Cierras los ojos. Es demasiado
Quieres morirte ahí mismo, pero él no te dejará. Seguirá allí torturándote hasta que pidas perdón.

Y ESO NUNCA.

Así que te muerdes el labio y cierras los ojos, aguantando el calor que sube por tu cuerpo sin soltar ni un gemido.
Y eso no le gusta.

De repente, se detiene. No notas nada más. Solo sabes que sigue ahí por tus muñecas presionadas y su maldito olor.
Abres los ojos, temerosa.
Lo ves muy serio. Mirándote a los ojos. No hace nada.
Solo te observa, pensativo. Endemoniadamente guapo, como siempre.

Se te ocurre sonreír desafiante, aún sabiendo que será peor.
Su expresión no cambia ni un ápice, pero comienza a acercarse a tu oreja. Notas su cálido aliento en ella. Vuelves a querer morirte.
Al principio solo estaba respirando, pero luego comienza a susurrar algo ininteligible. Tardas en darte cuenta de que esta cantando.
Mierda.

Con la otra mano comienza a acariciarte el cuello suavemente. Su voz grave y profunda, sumado a su cálido aliento te enloquecen.
Un golpe bajo.
Es una melodía lenta, que alarga las palabras, con pequeños intervalos de silencio, que dan la oportunidad de sentir su respiración.
Cuando crees que ya no puede ser peor, comienza a separarse de tu oreja y, lentamente, se coloca delante de ti, con su rostro casi pegado al tuyo.
Su esencia se vuelve más intensa.
Sus labios.
El mundo se redujo a eso. A sus labios y su aliento, que los tenías a medio centímetros de los tuyos. Te tienta con ellos.
Se fruncían y humedecían con cada palabra de la canción que el cantaba. Tenías que besarle. Lo necesitabas. Pero no podías. Perderías entonces.

Castigo - Kim Taehyung y tú (OneShot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora