Prólogo

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Estaba manejando a toda velocidad en mi moto. Sintiendo la adrenalina en todo mi cuerpo. Sintiéndome libre de todo.

De pronto un policía se puso en mi delante con la palma en alto... MIERDA.

Yo frené de golpe para no atropellarlo y luego me bajé y la arrastré a la acera para dejar pasar a los demás autos, con el policía siguiéndome.

-Señorita, por favor, digame su nombre- me dijo con una libreta en la mano y un lapicero en la otra, yo solo apreté los puños y me apoyé en mi moto.

-Lauren Heller- dije entre dientes.

-Bien... Digame, ¿cuántos años tiene?- me dijo con un tono burlón, como si disfrutara verme así.

Yo primero bufé antes de hablar- tengo 17 años- dije fastidiada y rezando para que no llamen a mis padres y como si me hubiera leído la mente el hijo de puta...

-Usted, señorita, es menor de edad, así que no tiene permitido andar en moto y menos a toda velocidad. ¿Y a dónde iba usted con tanta prisa?- me preguntó y yo estaba apunto de matarlo a golpes.

-Solo me gusta la velocidad y la adrenalina- dije de mala gana.

-Pues supongo que sentirá más la adrenalina​ cuando hable con sus padres- me dijo con una sonrisa socarrona. NO, a mis padres no, si se enteran que he estado manejando a toda velocidad me van a quitar la moto, y no solo eso, ya he causado suficientes problemas por un buen tiempo, no necesitan otro más. 

-No lo haga, por favor- alcancé a decir, mi corazón latía demasiado rápido, mi respiración estaba agitada y sentía toda mi sangre fluir y bombear en todo mi cuerpo.

Apreté los puños y los labios, cerrando los ojos con fuerza, tenía que controlarme o algo malo iba a pasar...

De pronto abrí los ojos y tenía en mi mano el arma del policía y apuntándolo con ella, entré en pánico. Ya ni siquiera podía respirar, sentía un enorme nudo en la garganta y en el estómago. El hombre estaba quieto mostrándome sus palmas como diciéndome que me calmara.

-Quédese allí- le dije con dificultad, pero él no me hizo caso y seguía acercándose a mí lentamente- ¡QUE SE QUEDE ALLÍ!- le grité alterada apuntándole aún con el arma, no quería hacerle daño pero mi cuerpo no reaccionaba a alejar el arma de él. Tenía tanto miedo, no podía dar marcha atrás, no tenía escapatoria, mi cerebro no funcionaba y mi cuerpo estaba paralizado.

Se reventaron las lunas de su auto, luego mi moto se acerco a mí por si sola, el auto del policía empezó a elevarse lentamente. Tenía miedo, mucho miedo. Era un completo monstruo.

-Pido refuerzos- dijo el policía por un walkie tokie mientras me miraba con miedo, como la mayoría de las personas que conocían mi defecto de nacimiento.

Tiré el arma al suelo y salió una bala disparada seguido de unos gritos, el auto que se estaba elevando cayó de golpe al suelo haciendo que sonara un estruendoso ruido.

En el caos que se había provocado en las calles por eso me subí rápidamente a mi moto, manejé a toda velocidad y pude ver que por donde pasaba las cosas se alzaban y cuando me alejaba caían.

Escuchaba gritos y eso me alteraba más.

Llegué a casa. Me metí por el patio trasero, abrí la puerta que daba al sótano, bajé deprisa y me senté en el suelo con las piernas flexionadas y mi cabeza sobre ellas en posición fetal. Con lágrimas saliéndose de mis ojos. Sentía que cosas a mi alrededor se movían mientras sollozaba deseando que todo esto fuera una pesadilla. Deseando no ser un monstruo...

...

-¡Lauren!- gritaba alguien a lo lejos- ¡Lauren!- seguía gritando y pude deducir que era mi hermana menor de diez años. Eliza- Ay, aquí estás- se me acercó y me abrazó.

-Aléjate, no quiero hacerte daño- dije apartándola.

-Ya basta con eso, no me vas a hacer nada y si lo haces no me importa, porque se que no ha sido tu intención- dijo tranquila y cariñosa- bueno, vinieron policías y hablaron con mamá y papá. Luego de que se fueron papá llamó a alguien contándole sobre ti y tu don- me explicó mi hermana.

-No es un don, es un defecto, que me hace ser un monstruo, que puede dañar a cualquiera...- dije triste.

-No lo eres, así que es mejor que salgas y hables con ellos- dijo ayudándome a levantarme.

Salimos del sótano y nos dirigimos a la cocina.

-Hola- dije cabizbaja.

-Hola, cariño- dijeron los dos al unísono.

-Los malditos policías vinieron a contarnos lo que pasó- dijo mi papá abrazándome pero yo lo aparté.

-No quiero hacerte nada malo- dije mirando al suelo.

-Por eso, cariño, te tengo una buena noticia- me dijo mi papá con una gran sonrisa- he descubierto que hay una escuela exclusivamente para jóvenes con diferentes dones, donde les enseñan a controlarlos. Y usarlos de una manera adecuada.
Es un internado, estarás ahí por un tiempo y cuando regreses sabrás controlar mejor tu poder- dijo alegre mi padre y tanto yo como mi hermana nos quedamos en shock.

No quería irme de casa, alejarme de mis padres y mi hermana que son las únicas personas que nunca se alejaron de mí por mi "don". Que no me dejaron de lado, que nunca me abandonaron y siempre estuvieron ahí aunque fuera peligrosa.

-Mañana te vas a esa escuela, hija- dijo mi madre entre feliz, triste y preocupada. Una mezcla de emociones acumuladas.

Jodida Mierda.

Continuará...

No Somos Unos Monstruos [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora