Narcosis Prologo

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PROLOGO

   Eran más de media noche, el cielo se veía más oscuro de lo normal, la luna se reflejaba en los charcos que comenzaban a formarse, llovían pequeñas gotas, el agua se sentía muy fría en la piel de la joven,  le resbalaban por la mejilla, después de unos cuantos minutos bajo ellas ya no sabía qué era lo que secaba si sus  lagrimas o la lluvia.  Entre su borrosa visión causada por sus lagrimas, miro a lo lejos el parque, muy familiar para ella ya que siempre cruzaba por ahí para llegar a su casa, atravesó la calle sin ningún problema, ningún carro o persona  transitaba las calles, camino entre el pasto mojado, el lodo comenzó a salpicar sus pequeños dedos que apenas se asomaban de sus zapatillas plateadas. Caminaba al candil que se encontraba justo en medio del parque, por un momento se detuvo para mirar las gotas caer a través de la luz. Un ola de aire helado la interrumpió, trayéndola de nuevo a la realidad,  cruzo sus brazos, tiritaba de frio pero ella estaba demasiado mal como para darse cuenta,  bajo su bolsa hasta su codo, introdujo su delgada mano y saco un pequeño espejo,  miro su rostro todo mojado, sus maquillaje corrido hasta su barbilla, sus ojos grandes dejaron de ser atractivos ahora se veían demasiado rojos, paso su dedos bajo ellos  limpiando esos rastros de su delineador caro.  Trato de mantener en su lugar a unos cabellos necios que se pegan a su frente a causa del agua  y al reflejo de la luna se miraban de un tono miel. ¿Cómo llegaría a casa de esta manera? -Pensó, sus padres le preguntaría muchas cosas, ella no quería ni recordar, ella quería olvidar todo. Volvió a meter el espejo a la bolsa, situándola de nuevo hasta su hombro, su boca hiso un sonido parecido a un suspiro y un grito ahogado. Comenzó a caminar atravesó esos árboles frondosos donde ella alguna vez jugo, el viento intenso los obligaba a hacer un sonido escalofriante al chocar sus ramas y hojas unos con otros. El parque en la noche y rodeado de oscuridad tenía un toque apocalíptico.  Un escalofrió recorrió a toda la chica, sintió como se erizaban los cabellos  detrás de su cuello,  comenzó a andar un poco más rápido, deteniéndose varias veces para mirar atrás, solo percibía el candil donde ella estuvo parada y algunos de los juegos infantiles columpiándose por el viento emitiendo un rechinido muy agudo, volvió su cabeza hacia al frente, y comenzó a caminar nuevamente,  llego hasta donde había una especie de anden, tropezó al sentir sus pies llenos de lodo, torció su labios formando una mueca, que en otro momento ella hubiera considerado sexy, Al restaurar su forma erguida escucho unos pasos detrás de ella esta vez no era su imaginación había alguien más en el parque, al volverse miro del otro lado del parque a dos tipos altos y holgados con ropas oscuras y sus caras cubiertas con unas caretas color piel, ella ojeo solo un poco a esos chicos, hubo algo que llamo más la atención de aquella joven, detrás de ellos un hombre decrepito, de baja estatura un poco calvo, canoso y con un ancho bigote plateado, vestía un smoking negro, era una persona que no se podía ignorar muy fácilmente todo él era aterrador. Aun lado del él caminaba un chico, no más de 16 años, ella lo sabía por la forma en que caminaba, inseguro, con temor, como un adolecente, sujetaba un paraguas para cubrir la lluvia de él y del señor canoso, llevaba la capucha de su sudadera levantada impidiendo la visión hacia su rostro, De pronto el hombre canoso miro hacia la dirección de la chica, sus ojos estaban cubiertos por unos anteojos que solo mostraban el reflejo del candil. Pero aun así noto que la había visto, ella intento cubrirse detrás de uno de los arboles, pero fue en vano antes de llegar a alguno, el señor ya había indicado a los muchachos que fueran por ella, la joven no sabía que había hecho, tal vez fue por mirarlos, tal vez habían matado a alguien y pensaban que ella los había visto. La muchacha corrió en dirección hacia su casa, ansiaba por llegar, salió sin ningún problema del parque conteniéndose de no mirar hacia atrás, uno de sus pies tropezó provocándole un dolor intenso en el tobillo podía oír las pisadas de las botas de los muchachos chocando contra el lodo, de un momento a otro llegarían a ella, Atravesaba la calle cuando de la esquina de una manera inesperada unas luces se dirigieron hacia ella cegándole la visión, seguido por un olor muy desagradable, dolor recorrió todo su cuerpo, después de un momento se dio cuenta estaba por los aires. La habían arrollado.

¿DE ESTA FORMA MORIRE, ASI SIN NINGUN AVISO? –pensó

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