Es terrible darse cuenta de que uno tiene algo cuando lo está perdiendo.
Eso es lo que me pasó a mí con mi hermano.
Mi hermano hubiese cumplido ayer 31 años, pero murió hace 5.
Se había ido de casa a los 10, yo tenía 5 años. Mi familia nunca le perdonó ninguna de las dos cosas, ni que se haya ido, ni que se haya muerto.
Esto, si no fuera terrible, sería gracioso.
Pero no lo es lamentablemente.
Perdonen si este párrafo es confuso. Quiero contar toda la historia esta noche.
Mañana me voy.
Tal vez si logro repasar mi historia en voz alta, aunque sea una vez, me sienta más liviano en el momento de tomar el avión.
Pero no se si podré.
ESTÁS LEYENDO
Los ojos del perro siberiano.Antonio Santa Ana
Teen FictionHay cosas de las que es mejor no hablar. Eso creen la madre y el padre de Ezequiel. Pero su hermano menor quiere saber qué pasa, entender por qué Ezequiel está enfermo y por qué hay una parte de la familia que eligió abandonarlo. Los pocos encuentr...