Irreal eran su piel suave bajo la caricia de sus dedos, esos ojos oscuros buscándolo en todo momento y sus labios, sus labios en forma de corazón besándole el cuello.
Llevaban toda la noche haciendo el amor. Igual que la anterior, también lo sería la siguiente. Tae Hyung estaba sentado en el borde de la cama, con la sábana por encima y dándole la espalda. Se escondía. Seguía dándole vergüenza que lo viera después de haberse acostado juntos, aunque Ji Min daría lo que fuera por poder disfrutar de sus mejillas sonrojadas y su cabello revuelto todas las horas del día.
Tumbado, alargó el brazo y buscó entre las sábanas una de las manos que el otro chico apoyaba en el colchón. La encontró y la apretó contra la suya.
-Te quiero.-la voz de Ji Min resonó en la oscuridad del cuarto. La luz de la luna y la ciudad entraban por el ventanal del balcón, dibujando la silueta del otro chico y los muebles. Tae Hyung no decía nada. Nunca le respondía. Pero notó cómo temblaba. Se sentó de lado detrás de él, abrazándolo. El cuerpo de Tae Hyung era delgado y a veces, temía ir a romperlo cuando lo agarraba con fuerza, sin embargo, no podía evitar hacerlo. Necesitaba sentirlo.
Porque Tae Hyung era demasiado irreal, y temía que desapareciera, convertido en el humo de un sueño que se acaba. Ji Min no quería despertar, si eso suponía que todo aquello fuera a desaparecer.
Apoyó la mejilla contra la nuca de Tae Hyung. La sábana le raspaba e incomodaba, pero no iba a quitarle al otro chico su protección.
-Te quiero.-volvió a decirle, esta vez en voz más baja. Metió las manos por entre las sábanas, tocando la piel desnuda de su amigo. Notó cómo ésta vez, era él quien acogía entre una de sus manos la de Ji Min, entrelazando los dedos. La sábana resbaló un poco, dejando su cabello al aire. Lo rodeó con las piernas sin soltar su torso, y lo besó a través de la tela. Poco a poco, caía más, y al fin sus labios se encontraron con la piel y el cabello.
El cuarto empezó a llenarse con la voz de Tae Hyung. Estaba cantando. Y lloraba. Ji Min apretó con más fuerza sus brazos y sus labios. Quería ahogar en sus oídos las lágrimas del otro, su lamento, su voz rota. Su sufrimiento.
-Te quiero.-repitió, por tercera vez. Tae Hyung ensumedeció, y se deshizo de su abrazo. Ji Min observó cómo se levantaba, tapándose de nuevo con las sábanas. Sus pies descalzos sobresalían por debajo de la tela. Tae Hyung giró la cabeza, despacio, dejándole ver su rostro lleno de lágrimas. Dibujó una leve sonrisa, suave, dolorosa, carente de felicidad. Ji Min alargó el brazo. Pero era demasiado tarde.
Se enderezó sudando y agarrando las sábanas con fuerza. Le faltaba la respiración, le ardía la garganta y notaba las lágrimas resbalando por sus ojos.
No era Tae Hyung quien lloraba. No era él quien sufría. No había razón alguna para que sufriera, porque Ji Min era el único que entre ellos dos, estaba enamorado del otro. Se agarró ambos lados de la cabeza con las manos y la escondió entre las piernas.
Tae Hyung era un sueño que nunca tendría, un amor, un romance, que no existía. Era su compañero, su amigo y confidente, aunque no iba a descubrir lo que escondía su corazón. Ji Min le amaba, y quería tenerlo, quería su alma, su cuerpo, su todo. Pero no podía ser.
Tae Hyung era demasiado perfecto, demasiado lejano, demasiado irreal.