Vainilla y Canela.

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La escuela apesta.

Niños pijos, niñas pijas. Atléticos, estudiantes, zorras y populares. Probablemente un lugar donde la mayoría de adolecentes desearían estar. Tener una de esas típicas historias sobre una escuela, sobre los torneos y al final graduarte como un jodido amo de la juventud; con un desmadre e increíbles memorias de esta etapa.

Niall había conocido gente genial en esa escuela. Su mejor amigo, Liam. Y su mano izquierda para cualquier cosa; Louis. Y bueno, digo mano izquierda porque el irlandés tiene muy reservada su mano derecha, para ser cogida por otra; grande, con largos dedos y casi siempre fría.

Ese no era el punto, Niall amaba a algunas de las personas de allí y los escurridizos lugares que la escuela tenía para poder huír, o a veces fumar esperando que el día se pasara. Aunque el rubio -teñido- tenia uno de los mejores promedios a nivel de la escuela y una gran retentiva. Además de que, cantaba y tocaba la guitarra como un Master. Uno lindo y sexy.

La hora de la salida tocó y con algunas malas palabras, se despidieron a gritos del último día de clases antes de las vacaciones. Estaba soleado; un gran día para salir a festejar, a las cuatro de la tarde solo planeaba reunirse con sus amigos y armar una fogata en la playa que quedaba a unos... cuarenta minutos del lugar.

Sus ojos brillaban con fuerza y su rostro estaba un poco sonrosado debido al sol que les pegaba directamente. Llevaba puesto un polo del instituto, afuera del skinny jean y su pequeña mochila. Se encontraba entre risas con sus amigos, antes de escuchar como varias chicas empezaban a reír alto.

Al voltear a verlas, estaban sonrojadas y actuando de una manera que solo alguien puberto y con las hormonas alborotadas haría. Puso sus ojos en blanco y estaba a punto de decirle a Liam sobre la salida, cuando el otro chico de ojos azules le interrumpió.

—Ehm... -Louis vaciló un poco—Ve a tu izquierda.

Y N, como un cachorro obediente, alzo su vista a la izquierda y se encontró con unos ojos verdes, nariz cincelada y labios sandía.

Harold.

Harry.

Canela.

Limón.

Harry.

Tardó en reaccionar al verlo. Se encontraba con una camisa negra, sin detalles. Unos pantalones del mismo color, sus vans blancas. -Que en la suela llevaba una N en el lado superior de cada zapato- y una chaqueta roja deportiva de su escuela. Por qué sí, desgraciadamente Niall estaba en una escuela de pijos ricos y Harry en un instituto.

Y antes de que el rubio pudiera decir o hacer algo, varias chicas revoloteaban a su alrededor, casi modelando delante de ese hombre. Oh, ese chico tan guapo. Montado en su Ducati Monster 769, negro mate. Y si, él mismo lo acompaño a comprarla.

Pero el chico de sorprendentes ojos verdes y sonrisa perfecta, acelero solamente un poco, dejando que el motor sonara y se adelantara un poco hasta quedar enfrente de su chico, del pequeño, el hombre que le pertenecía.

—S-se suponía... Que no ibas a venir. —Niall trató de no sonar como si lo echara, porque era lo que menos quería. Pero era extraño ver a Harry allí, sabiendo que odiaba esos lugares. Y no, no era por que tuviera vergüenza. Si no que hace un tiempo, le habían advertido de no volverse a pasear. Porque sí, su novio era, socialmente catalogado, un chico malo.

Bad boys do it better.

La voz gruesa del inglés lo sacó de aquella famosa frase que siempre veía en su tumblr.

—¿Subes? —Como siempre, al grano. Solamente sonrió, por que así era su relación. Sin tantos rodeos. Subió con agilidad, por experiencia, a la moto. Se acomodó bien la mochila y sus manos se entrelazaron sobre el abdomen de su chico. Podía sentir como se tensaba al recibir sus manos calientes.

Vainilla y Canela; [ns] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora