Una carta y me voy.

Una carta...

Tengo un puñado de sentimientos por arrancar pero es que no puedo si quiera expresar mi dolor, estoy tan rota que ni siquiera puedo sacudir las piezas, ni siquiera puedo vivir el duelo de tu adiós.

Dime amor porque te has ido, dime amor porque me lastimaste de esta manera tan dura el corazón, dime por favor que sucedió para deshacerte de mi compañía de tan ligera manera, amor dímelo, dímelo por favor.

Fue una tarde de agosto que tomaste la decisión y tres meses llevo la pregunta en mi pecho, gritándome, sacudiéndome el porque, las razones para no luchar por revivir nuestro eterno amor.

De verdad quiero deshacerme también de las promesas y juramentos rotos, como lo hiciste tu.

Y es que confieso que sigo recordando esas palabras que pronunciaste, esas palabras donde me juraste que jamas me podrías decir adiós.

¿Era el amor de tu vida? Carajo, como pude creer semejante tontería.

Maldita sea porque me duele tanto el corazón, por que me arde el pecho por tu adiós.

Yo odio esto, odio sentir esto y saber que a ti no te importa siquiera acordarte de mi.

Yo lloro por noches enteras hasta rendirme al sueño y vivo este dolor y tu infame como rosas de primavera te la pasas al recordar nuestro amor, tu infame ya superaste sin preámbulos este desenlace, y yo apenas lo estoy asimilando...

Tengo coraje al saber que esta costando me dejarte atrás, esta costando me reconstruir mi vida y volver a empezar y a ti te fue tan fácil como dar replay en la consola de tu juego de cajón.