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La casa de Clara era grande y acogedora. 

Clara no paraba de abrazar a Lina, era obvio que la había extrañado.

— Por eso me impidió verte, por miedo a que yo te liberara de tu sufrimiento, pero lo va a pagar ese infeliz ¿Que tengo que hacer?

Luego de explicarle todo el procedimiento, Clara invitó a Lina a que se quedara a vivir en su casa. Yo quería con todas mis fuerzas que dijera que no, quería dormir con ella una vez más, pero Lina sin dudarlo acepto, además ¿Por qué negaría a su tía por  mí? Somos solo amigos.

—Pero antes tengo algo que hacer, vuelvo en una hora.

La miré confundido y ella me pidió que la siguiera.

~
— ¿Segura que no está?

— Sí, nunca falta al trabajo.

Luego de un par de horas Lina ya había sacado todas sus cosas de su vieja casa, incluso se llevaba cosas de su madre. Mi auto estaba a punto de reventar.

Pero antes de lograr llegar al auto alguien nos habló. Su voz.

— Hola, pequeña ¿A dónde crees que vas?

La chica de los audífonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora