Otro día más en este lugar. La vida aquí no es muy bella que digamos, hay mucha gente que vive en situaciones deplorables, y en este mundo sino eres inteligente o hábil, simplemente no podrías sobrevivir. Muchas personas caminan por las calles, mirando hacia todos lados, siempre con un miedo que se nota en sus rostros. Es diciembre, el tiempo es frio y se puede ver a las personas con suéteres, bufandas y gorros.
Recuerdo cuando era niña, todo era muy bonito y sin preocupaciones, vivía en una casa cómoda y perfecta para una familia compuesta por mi padre, mi madre, mi hermano y yo. Papá nos dijo que le habían ofrecido un trabajo en Estados Unidos en una compañía que solicitaba trabajadores nuevos porque a los viejos ya los estaban sacando ya que no hacían mucho.
Viajamos, ellos dijeron que no era necesario llevar nada, que por trabajar ahí le darían una casa y hasta un auto para poder ir al trabajo con más facilidad. Y asi fue como llegue a este lugar. Parecía que iba a ser el trabajo perfecto, que todo mejoraría; pero no fue asi. Uno de esos días él se fue a trabajar, después de todo él iba muy alegre, siempre con una sonrisa que decía que todo estaría bien, pero jamás volvió. Mi hermano Daniel solo tenía 1 año y yo 9 cuando paso eso.
Sigo caminando por las oscuras calles, voy a la panadería a comprar algo para comer, al entrar veo como una amiga abría una caja de michas para luego ir a pagar; me dirijo hacia ella para saludarla. Ella usa un suéter azul marino que le regalo su madre, fue la primera y creo que hasta ahora la única y verdadera amiga que hice aquí.
-Hola Lorena - la salude con una sonrisa
- Hola Sofía -me respondió ella muy alegre-
- ¿Comprando michas eh?
- Si -rio un poco- se supone que habría conchas para cenar hoy, pero ya ves, no hay.
- Bueno, hoy es el cumpleaños de mi hermano ¿vienes?
- Me encantaría, pero no puedo. Mi papá tiene que ver algo de unos bienes de algo que la verdad, no tengo idea.
- Esta bien, no hay problema, nos vemos luego, cuídate.
- Gracias, igualmente. ¡Deséale un feliz cumpleaños al pequeño Daniel por mí!
Seguí mi camino, eran ya las 7:30 de la noche, me dirigí a mi casa y vi a mi madre como siempre, tratando de sonreír para no causarle preocupaciones a mi pequeño hermano. Es una persona muy buena, conoció a mi papá cuando ella trabajaba en un supermercado, dice que fue amor a primera vista, porque si lo hubiera visto dos veces ni se casa. Ella había cocinado un pequeño pastelito de chocolate con una velita en forma de numero 8 indicando los años que cumplía Daniel.
-¡Hola mamá! -le dije alegremente-
- ¡Hola cariño! -Me contesto con una amplia sonrisa- ¿Trajiste lo que te encargue?
- Si, aquí esta -Dije mientras sacaba el pan de la bolsa.
- Muy bien, dile a tu hermano que venga por favor.
- ¡Dani ya baja! ¡Te tenemos una sorpresa!
- ¡Sí! ¡Sorpresa! ¡Me gustan las sorpresas!- dijo el llegando a la mesa rápidamente.
Empezamos a comer, platicábamos sobre las travesuras que hacia mi hermano, nuestra vida antes de vivir en este país y los planes que teníamos para el futuro si algún día se solucionaban las cosas. Cuando terminábamos de comer mi madre hablo y dijo que tenía una pequeña sorpresa para Daniel, saco una bolsa y dentro de ella se encontraba un pequeño carrito que le había comprado a él, lucia muy emocionado y feliz; me alegra que sea asi, espero que nunca cambie.