-Sería muy fácil, ¿no? Solo se necesitarían una cuerda fuerte y un buen salto- se dice a sí misma en voz alta mientras esta parada en el barandal de ese puente y el aire frío le golpea la cara. En verdad sería demasiado fácil, pero hay algo igual o más fácil aún... esperar.
No puede parar de preguntarse que demonios hace allí, trepada en el barandal del puente de una avenida demasiado transitada, atrapada entre sus recién cumplidos 20 y sus últimos días de vida, dejando su suerte a un cigarrillo encendido y a punto de terminarse.
Y es extraño que esté hoy aquí sola, cuando hace un año estaba entre tus brazos. Hace un año no importaba el aire frío, o los coches, o los cigarros encendidos. Pero hoy, importa.
Sería muy sencillo saltar sin más. Sería demasiado simple esperar recostada en su oscura habitación... eso ya no importa. Si almenos él estuviera aquí, quizás importaría... pero no está.
Hasta ahora, todos le han mentido. Le han dicho que, lo que la tiene en esta situación son los cigarros, el cáncer, los pulmones deteriorados... ¡maldita sea! Pudo haber vivido un año, 20 años, 50 o los que él hubiera querido con todo eso, y solo por estar a su lado.
No, lo que la está matando no es el cáncer, es su ausencia. Son los meses que ha pasado sin poder ver sus ojos, sin ver su sonrisa y escuchar su risa, sin sentir sus manos suaves acariciándole la barbilla, sin derretirse en un beso... Y hoy, sobre este puente, solo puede decidir los días que seguirá respirando porque, muerta, está desde el día que él se fue.
En verdad sería muy fácil, solo un paso, solo un pequeño brinco. Termina su cigarro, respira hondo y...
