_CANTO DE SIRENAS_
Índice
Prefacio
Capítulo 1 Oak Tree
Capítulo 2 Nayadet y Jabel
Capítulo 3 La playa
Capítulo 4 El bosque
Capítulo 5 Nada es lo que parece
Capítulo 6 Mi nueva vida
Capítulo 7 Miradas furtivas
Capítulo 8 Una extraña fijación
Capítulo 9 Canto de sirenas
Capítulo 10 La situación más esperada puede convertirse en la más inesperada de las situaciones
Capítulo 11 Flor marchita
Capítulo 12 Una visita inesperada
Capítulo 13 La noche ocultará al día y los nuevos vampiros volverán a ver lucir el sol en el horizonte
Capítulo 14 Un pétalo de Sakura
Capítulo 15 Amor inmortal
Epílogo
Prefacio
La vida, en ocasiones, logra sorprenderte de la manera más inesperada. Jamás imaginé que a mí me podría suceder...
Con lágrimas en los ojos tuve que contemplar como la mujer hendía su dentadura en el cuello de mi amor. Continué batallando por mi libertad aunque sin conseguirlo, ya no había nada que yo pudiera hacer, la sangre de Aiden brotaba por los labios de aquella arpía. Ella se arañó la piel, me dedicó otra sonrisa y ofreció su sangre a los labios de mi alma gemela. Ya no había vuelta atrás, él se convertiría en cuestión de minutos y tendría que ocultarse durante el día para toda la eternidad. . En ese momento desee no haberlo conocido. Fui una estúpida, no importaba si yo le amaba, ni siquiera que él me correspondiera. Ahora ya era tarde para él.
Capítulo 1
Oak Tree
Oculto entre la serranía se ubica Oak Tree, un lugar rodeado de frondosos bosques y cetrinas montañas. Su denominación proviene de los innumerables robles anidados en la región.
Al este del poblado, junto al lago Denaly, se expande un extenso valle, sumergido entre las montañas. Ahí, entre verdosos parajes y un vergel de pétalos multicolor, reside mi hogar.
Mi nombre es Hazel , me llamo así debido al color avellanado de mis ojos, lo sé, es un tanto peculiar, pero nada en mí se atañe a lo que podría llamarse “normal” , por tanto tampoco mi nombre podía serlo. Desde mi más tierna infancia he percibido una sensación dispar en mí, un influjo que me hacía parecer distinta a los demás, aunque por aquel entonces no lograba adivinar el motivo.
Poseía todo aquello que pudiera desear, por suerte para mí, había nacido en una familia suficientemente acomodada. Tenía una habitación preciosa en la que Zar y yo planeábamos travesuras juntos.