Epílogo

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Al fin, al fin pisó el lugar que tanto quería visitar. Digamos que ese fue aquel maravilloso día, en el que esa chica de 18 años viajó al lugar que desde pequeña quiso ir, ese lugar era Canadá. Pero jamás supo reconocer el gran error que habría tomado,  el error que iba a cambiar su vida para siempre. Deseaba desde que tenía 12 cortos años pisar alguna vez la nieve y sentir el frío de dicho lugar. Su sueño se llevó a cabo el día que viajó con sus padres a un pequeño pueblo apartado de la ciudad, al lado de un gran bosque. La familia llegó a la casa que la madre alquiló por alguna página de Internet. La chica estaba feliz de estar en su sitio añorado,  calentarse con muchos abrigos, tocar la nieve del suelo, mirar los árboles del bosque...

Alegremente se adentró la joven chica a la gigantesca casa buscando una habitación en la que quedarse hasta dar con la perfecta. Dejó sus maletas pegadas a la cama y seguidamente se tiró en esta para poder botar. Durante mucho tiempo esperó ese día y al fin estaba, sin saber que hacer. Un mes de vacaciones en Canadá con su familia era algo que jamás imaginó conseguir. Pensó en sus amigas al contarles lo del viaje. Sus caras eran un cuento imaginadas en su cabeza, rio durante un rato hasta que se le vino a la cabeza lo que dijeron alguna de ellas.

Después de conocerlas tanto se dio cuenta que eran demasiado fanáticas de lo paranormal, y el viaje a Canadá se les pasó por mente el famoso creepypasta de Slenderman. Las chiquillas no tuvieron otra simple idea que retar a su amiga a meterse en el bosque y buscar cada una de las notas de dicha historia de terror. Y la verdad, a la muchacha no le hizo gracia el reto ya que no se creía nada de esos cuentos, le parecía una estupidez cualquier historia en la que el protagonista se volviera asesino, aunque habia personas que se las creyeran. Así que la idea de que un hombre mutante esté persiguiendo a cualquier persona por la noche por el hecho de recoger un conjunto de notitas no le acababa de convencer. 

Pensaba que no podía ser posible ninguna persona que no tenga cara, ya que es contradictorio el hecho que pueda seguirte si no te puede ver.

Después de un rato pensando en el absurdo reto de sus amigas su padre pasó por delante de la habitación, sonriendole.

-Hay una pequeña mala noticia. -Comentó el hombre rascándose la nuca a lo que la chica reaccionó levantando una ceja, como signo de duda.-La televisión no funciona, no hay red, solo hay un programa y tu madre se ha adueñado de él aunque no entiende nada porque esta en inglés.-La chica rio negando con la cabeza.

-Ay mamá... Nunca cambia, bueno, yo me quedo aquí no pasa nada. -Sonrió despidiéndose de su padre que entró en el cuarto del final del pasillo.

Se tumbó relajando el cuerpo y cogió su móvil,  que por suerte tenía una pequeña línea de cobertura y decidió hablar con sus amigas.

-Hola chicas.-Escribió,  no le hizo esperar mucho el que contestaran.

-¡Hey! ¿Qué tal por alli?-Contestó una de ellas.

-Hola bobi.-Saludó otra.

-Pues la verdad bien, aunque no se me ocurre que hacer, no hay muchos vecinos ni nada...

-Já, pringui.

-No estarás ni dispuesta.

-¿A lo del bosque?Y una mierda, haber venido vosotras.

-Cagona.

-No soy una cagona.

-Pues ve.

-Sois unas idiotas... ¿Qué gano yo con esto?

-50 € jurado, y te hago los deberes por un mes.

-Sois... Unas compradoras. Venga, voy a ir, compraré de esas cámaras de usar y tirar y me sacaré unas fotos en el bosque para que veáis que no es real lo del tío ese.

-Prepárate los pañales.

-Que ganitas de ver tu cara de miedo, cuida que no te violen.

-Adios locas.-Soltó el móvil y suspiró profundamente.

¿Qué se suponía que iba a hacer? Quizás la mayor estupidez de su vida. Sabía que iba a perderse,  asustarse, pero su orgullo no le permitía escuchar el "cagona" de sus amigas. Quizás ellas iban de broma, pero tenía suficiente valor de hacerlo, sólo por todo lo que le habian dicho. Mirando lo positivo se entretendrá un poco, y solo será un simple paseo por el bosque.

Esperó a que su madre se fuera a dormir y se comenzó a preparar. Cogió su chaleco verde, unos pantalones vaqueros rotos, unas deportivas y una linterna, además de dos pilas de más por si acaso. Bajó las escaleras de la inmensa casa con cuidado para no despertar a sus padres, que estaban ya dormidos, y se dirigió a la puerta. Antes de abrir miró el reloj, 00:15, perfecto, pensó y dejó una nota a sus padres diciéndoles que no se preocuparan y que si tardaba demasiado que enviaran a la policía a buscarle al bosque...

Con las manos en los bolsillos y caminando hacía el espeso bosque deseó que no le pasara nada, nada serio, ¿no? Vio una valla alta bloqueando el paso hacia el bosque, sacó la cámara para sacar la primera foto y escaló la valla. Dio un fuerte suspiro y comenzó a adentrarse, el miedo le estaba provocado frío, hambre y temblores.  Ya llevaría una pila gastada cuando sintió que estaba perdida. Había dado demasiadas vueltas así que decidió subir a un árbol y esperar a que amaneciera para volver a casa. Se acercó a un grueso árbol no muy alto cuando sus ojos se abrieron sorprendidos. Tendría que ser una broma, no podía ser real, sus manos se extendieron hasta agarrar la nota pegada al árbol,  estaba muy arrugada y tenía un dibujo.

No podía respirar cuando sintió que algo le agarraba de la cintura y sus pies ya no tocaban el suelo, no podía gritar y se estaba mareando, ese era el fin. Levantó la mirada, asustada y visualizo a un hombre alto y delgado, vestido con un traje negro, y lo peor de todo, sin cara.

-Slenderman.-Logró susurrar.

Lo que le agaraba la estaba asfixiando e intentando recuperar el valor hizo lo más estúpido que podía haber hecho, dobló la pierna alcanzando un zapato y se lo tiró a la cara. El ser la soltó por unos momentos y la chica cayó al suelo, haciéndose daño en el hombro pero ignoró el dolor para levantarse y salir corriendo. El miedo le calentaba la sangre y no sabía si estaba respirando, miró atrás para ver si le estaba persiguiendo y acertó, pero parecía demasiado tranquilo.

De repente chocó con algo duro y volvió a caer al suelo, jadeando y temblando de terror alzó la vista y vio algo blanco con manchas rojas. Sin esperanzas, cerró los ojos y empezó a llorar levantándose para volver a correr. Estaba cabando su propia tumba, ¿por qué corría si igualmente iba a morir? De nuevo algo la agarró pero esta vez del pie. No, no pensaba rendirse, se desprendió de su otro zapato haciendo que así la soltara y comenzó a gritar volviendo a correr, un poco más lento, cansada y descalza haciéndose daño en los pies con las ramas y la fría nieve. Algo la tiró de nuevo al suelo, ya no podía mas, se hizo daño en la espalda y observó que era un chico, exactamente con quien se chocó antes, estaba lleno de sangre y llevaba un cuchillo.

Estaba muerta, no quería mirarle a la cara, pero notó que iba a decir algo, la chica se armó de valor y le miró, tenía una sonrisa en la cara cortada y muy pálida.

-Go to sle...- Susurró con una voz ronca y apunto de incarle el cuchillo.

Pero de repente el chico se tensó y la joven notó algo en su cuello que ardía. Le dolía la cabeza y muchos recuerdos pasaban por su mente. Notó escalofríos y logró ver al chico darse la vuelta.

Lo vio todo negro y un largo pitido inundó sus tímpanos.

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Hola! Soy Rosa ( rosatd ) una de las escritoras, espero que os gusten los creepypastas porque aquí apareceran muchos.

Este fanfic anteriormente ha estado en pausa pero volvió a la vida y muchísimo mejor.

El fanfic lo compartimos mi compañera Isabel y yo. Si quieren ver como avanza nada más que lo agreguen a su biblioteca y le den estrellita.

Espero que les guste la historia.

Ross is off

Por Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora