Prólogo.

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Yo solo quería a alguien que me detuviera, que me apoyará y me comprendiera, pero nunca importaba cuanto me esforzará en buscarlo, nunca lograba encontrarlo. Creí que necesitaba un ángel pero me equivoque, no necesitaba a un ángel o a un demonio, solo a una persona común y corriente que no sobresaliera entre los demás.

Lo más gracioso es que esa persona siempre estuvo conmigo, pero yo lo aleje...

Nunca hiciste nada malo, mi mente me jugo malas pasadas.

Malas pasadas que se convirtieron en una traición.

Una traición que se convirtió en mentira.

Una mentira que se convirtió en destrucción.

Una destrucción que acabo con la persona que era.

Una persona que me encantaría que volviera.

Pero las cosas no siempre salen como uno espera, las cosas cambian aunque tú no lo quieras y eso es algo obvio, pero a veces, las cosas obvias son las que se olvidan más rápidamente, porque te las repiten tantas veces que tu memoria se raya y lo terminas olvidando y no eres capaz de procesar la información, como un CD.

Y de repente, ya nada es igual.




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