Capítulo 2 [Paper Plans, MIA]

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Noche estrellada. Por lo que se dice, porque al asomarme al enano patio no pude ver ni una en el firmamento. Salí a pasear y ver si podía acostumbrarme al barrio.

Eran las tres y media de la mañana de un martes, y me era imposible dormir.

Entre trabajadores regresando a sus casas y baretos vacíos abiertos, encontré un parque solitario donde no había más que un par de palomas regresando al nido. Y entonces la vi. Vi la primera imagen de Charlie.

Una chica de pelo oscuro recogido en un moño deshecho, sentada en un solitario banco con un libro entre las manos.

Me senté a su lado y medité qué hacer entonces.

-Acabo de llegar a Madrid –dije, haciendo un alarde de valor- en el tren de las cinco. Ha habido varias paradas. –Al ver que no levantaba la vista del libro, pensé que la estaba molestando y decidí marcharme.

-¿Has dicho algo? –Se quitó un auricular y me miró sonriente –Lo siento, estaba escuchando música y no te he oído, dime.

Me parecí patético, porque en realidad no sabía qué decirle. Supongo que solo necesitaba una amiga, alguna compañía o alguna conversación. No soportaba estar tanto tiempo en silencio.

-No... decía... Decía que acabo de llegar de mi pueblo, en el tren de las cinco.

-¿Y estás solo? Mira, adoro esta canción. –Me incrustó un auricular en el oído y empecé a escuchar una canción que no conocía. Ante mi mirada de asombró, aclaró- es Paper Planes. Me paso las noches escuchándola. Desde hace meses.

De pronto me sonó el teléfono móvil. En la pantalla vi "Sebas" y ella me hizo una mirada permisiva, para que lo cogiera.

Mientras hablaba con mi mejor amigo por el móvil, veía que ella volvía a colocarse el auricular que me había cedido minutos antes y volvía a enfrascarse en la lectura. Al acabar, me acerqué de nuevo.

-¿Algún amigo? –Dijo ella quitándose de nuevo el auricular derecho para escucharme bien.

-Sí, mi mejor amigo. –Estaba a punto de contarle cosas magníficas del mejor amigo de toda la tierra cuando cerró su libro y se levantó de golpe. Se quitó ambos auriculares y me miró muy seria.

-Me voy, estupenda velada.

Se alejó. Ahí siquiera sabía su nombre.

No era una chica guapa, tenía la cara demasiado redonda y bizqueaba a veces, tenía la piel muy blanca y su moño no era precisamente de peluquería. Pero ella, en sí, tenía un magnetismo increíble. Algo que te llamaba, y yo creí que no volvería a verla.

Corrí tras ella para preguntarle su número, su nombre, algo para poder volver a vernos.

-¡Perdona! –Ella no se giró, pero aceleré y llegué a alcanzarla. Me puse enfrente de ella de modo que no podía dar ningún otro paso a delante. –No tengo a nadie aquí, ningún amigo. Si me das tu número de teléfono, quizá... no sé, quizá podríamos volver a vernos.

Ella me inspeccionó con la mirada. Estudió cada gesto y cada facción y me volvió a sonreír como la primera vez.

-Por supuesto, apunta. –Me dijo su número y continuó con su camino.

"Qué rara que es" No fue la última vez que este pensamiento se me pasó por la cabeza.


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⏰ Última actualización: Nov 21, 2015 ⏰

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