No se trata de las veces que me esperaste, de cada vez que pensaste en irte y al recordarme decidiste no hacerlo...es más bien por cada vez me despreciaste, cuando mi compañía no era suficiente. Tal vez tu ansiedad era mucho más fuerte y nunca te sació mi despreocupada forma de quererte, hasta entiendo tu poco interés hacia mi y sobre todo entendí que las actitudes dañan acciones, quitan buenos gestos y en esta ocasión también logró borrar los recuerdos.