La primera vez que ame, me enamore de alguien que había peleado por mi constantemente al vivir en mismo país. Pero al irse al extranjero, se fue distanciando, aunque había prometido amarme hasta el final. Su final llego pronto.
Decidí ir a visitarlo para darle una sorpresa, para arreglar las cosas que cada vez parecían más difíciles, como malabares sobre un terreno fangoso en medio de una tormenta. Lluvia cayendo por todas partes, aplastando mi cabello y sin permitirme ver más allá de unos pocos metros, truenos sobre el cielo que no presagiaban nada bueno, pasos erráticos y sin elegancia, lodo hasta las pantorrillas. Así de mal estaba todo. No hubo ni un solo momento en que pensará, que el sol no volvería a salir.
Conseguí las llaves de su apartamento sufriendo una larga, amena y cálida charla. De souvenirs se me entrego un saco completo de recuerdos de todos los colores y sabores que me había perdido y otro mucho más grande que contenía historias de nuestro pasado. En cada instante se me hizo sentir como en casa, difusa y satisfecha, así es como te hacen sentir los amigos. Aron, lo era, siempre lo había sido. Lo había extrañado, tanto como a Él, a mi corazón; le explique que quería cocinar para Él, que era un regalo por el cumpleaños que me había perdido por la lejanía. Aron solo me escucho. Muchas sonrisas y dos botellas de vino después me dio la llave de la casa; se me quedo mirando por un largo momento a los ojos, como triste, pero al mismo tiempo con fiereza. Había tomado una decisión. Se despidió de mi con un fuerte abrazo que me hizo sentir querida y protegida; luego susurro muy bajito "Es lo mejor". En ese momento no lo entendí.
Al entrar en al recibidor; lo primero que escuche fue un "¡Te amo, Nuala!" de parte de él y "Eres lo más importante para mi." de parte de ella entremezclado entre jadeos, susurros y sollozos. Sabía lo que estaba pasando aunque no quería aceptarlo. Me tomo solo tres segundos comenzar a sentirme vacía y fría, pero seguí caminado hasta abrir la puerta de su cuarto, mis piernas trabajando en automático y lo que vi solo me congelo de manera más rápida. Mi cuerpo se enfrió hasta que perdí la percepción de el, escuchaba todo como si estuviera lejano y mi corazón se solidifico con una muy fría escarcha de nieve. Al principio ellos no se dieron cuenta que había descubierto la magia del su espectáculo de mentiras, ellos continuaba trabajando en su mezcla de cacofonías de placer y yo solo me helaba más y más. Entonces, Damien sintió mi mirada, lo supe porque de repente parecía no estar concentrado y dirigió la suya sobre mi. Lo primero que vi fue sorpresa; una tan grande que parecía que de un momento a otro iba a romper su rostro, no podía creer que yo estuviera allí. Luego su cara se volvió una mascara de completo dolor, pena, asco y culpa. Su alma estaba completamente abierta, expuesta para ser observada. Estaba esperando su castigo. Había parado sus embestidas y me miraba como hipnotizado, como un hombre loco ve a la muerte antes de saltar hacia esta. Ella abrió los ojos. Mi cuerpo comenzó a sentirse desfallecer, pero no podía perderme en mi dolor allí, no podía descongelar lo poco que me queda en ese momento ni mucho menos hacer una revisión del limitado inventario que había quedado utilizable.
Lo único que podía hacer era correr y corrí, pero antes de poder alejarme del todo, escuche su voz por última vez nombrarme. Hipatia...
La segunda vez que me enamore, fue de un hombre mayor que yo; había estado a lo largo de mi vida dándome cobijo, dándome esperanza, calentando el cuarto frío que tenía por corazón y luego sembrando girasoles donde la tierra todavía era fértil y cálida. El había escogido los girasoles porque en el lenguaje de las flores significan "Solo tengo ojos para ti". Esa era pues, su manera de amarme, según él.
Él había amado y había perdido, pero también había amado y ella había escapado. Él me lo dijo, esta segunda Ella tenía un 2% de su corazón. Eso me asusto. Tal vez no era tanto como el que yo poseía, pero todo su corazón no era mío y eso me hizo sentir tan perdida y nerviosa. Caminado entre bruma y oscuridad.
Los recuerdos del pasado comenzaron a comer a pedacitos mi alma, empezando desde la raíz. Me atormentaban en todo momento. "Algo va a ir mal" decía siempre una susurrante y oscura voz en mi interior. Yo trataba de ser todo lo que Él necesitará. En los momentos en que escuchaba esa voz con más vigor, lo abrazaba con mayor fuerza o trabajaba con más ahínco en nuestra relación. Como si una sola persona pudiera navegar un barco.
Con el fue diferente, cuando descubrí su infidelidad fue más doloroso. Porque era la segunda vez que abría mi corazón para alguien, porque había entregado la última cosecha de esperanzas en existencia a él, ya que creí que el comprendía la perdida y el dolor.
Había tenido que irme por trabajo y se suponía que iba a regresar hasta dentro de tres días, pero me tomo menos tiempo. Entre a la casa que compartimos y al entrar al recibidor lo primero que me dio la bienvenida fue su ropa y la de una mujer, olvidada en el suelo de manera desordenada. El horror había regresado.
Mi garganta se apretó, mi vista se desenfoco, mi respiración se volvió pesada unida a jadeos, pero continué caminando y luego de algunos pasos pude escucharlos a través de la puerta. Esta vez no había palabras de amor, pero estaba claro que de nuevo me habían traicionado. Abrí la puerta aun con mis ojos desenfocados sin poder fijar mi vista en nada. Los sonidos de su entrega me fueron encaminando hacía la realidad, mi vista al fin pudo fijar un objetivo. Lo que vi, me hizo estar tan al borde de la locura que pude lamerla entre mis labios. Estaba Aeneas, sentado en una silla, mientras le permitía montarlo. Su cabeza descansaba un poco arqueada hacia atrás, sus ojos estaban completamente cerrados cómodo, confiado, sus labios recreaban una sonrisa de completo placer. De mi comenzaron a salir pequeños aullidos de dolor, era como si me quedara sin aire, pero como si aun así necesitara sacarlo, mis ojos se llenaron de lagrimas, pase mi manos por mis mejillas hacia mi cien con mis palmas planas y con fuerza, frotando con insistencia como si así pudiera cambiar lo que pasaba. Agape mou, Agape mou susurre sin energía, las palabras estaban atascadas en mi boca y me sofocaban. Mis manos se convirtieron en garfios mientras arañaba mi hombro con desesperación, esto no podía ser real, no de nuevo, pero lo era.
Estaba tan herida que mantenerme en pie se volvió la maniobra más difícil de mi vida. Un grito insonoro trato de salir de mi boca, pero nunca pudo tomar forma. Di un paso hacia atrás con mis pies los cuales parecía ya no tener el control, mi pisada se oyó tan pesada que Él abrió los ojos y me miro directamente a la cara. Ella por otro lado, se paro en medio de una embestida, se giro y lo supe. Ella era el 2%. No deje que mi ojos captaran alguna emoción, solo les di la espalda y corrí. Corrí más que aquella primera vez, estuve afuera del edificio y aun así seguí corriendo, cruce la calle sin revisar, mirando siempre solo al frente. Pise mal, me tropecé y caí en medio de la calle. Fue entonces cuando escuche el chirrido de un carro a mi izquierda. El auto venía a toda velocidad, me iba atropellar y no veía manera de que sobreviviera. Coloque mis manos protegiendo mi cara, como si esa acción pudiera volver mágicamente el golpe más débil y cerré mis ojos esperando lo peor...
Notas de la autora: Agape mou es amor mio en griego, por si tenían curiosidad.
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Cuando se acabo el tiempo.
RomanceDos veces son suficientes para destruir a alguien, dos veces bastan para que se pierda la fe. Y se viva, por así decirlo, en un mundo donde las emociones no tienen cabida y la confianza suena como una palabra vulgar en los labios de un ser que disfr...