Pasaron 20 segundos que se sintieron eternos, sabía lo que iba a pasar. El carro me iba a atropella. Prefería que se rompiera mi cuello primero; hasta cierto punto lo esperaba algo feliz, después de todo si se partía, iba a terminar con el dolor más rápido. Quizás ni si quiera sintiera nada. Me aferre a ese pensamiento. Solo sería una mancha viscosa sobre el suelo. Pero pasaron los segundos y no sentí ninguna embestida ni impacto, un minuto completo, nada. Abrí los ojos lentamente y mire hacia la izquierda, donde debería estar el automóvil a punto de chocarme. Pero lo que vi, fue un carro azul parado a pocos centímetros de mí.
Mis lágrimas continuaban cayendo mientras que sentía la mirada de Mi Amor Asesino atrás de mí. Gire mi cara para poder calcular cuánto espacio nos separaba, su rostro se mostraba aterrado, pero yo estaba más asustada y no por el carro que pudo tomar mi vida sino por el hombre que amaba y me había vuelto a romper. Percibí la pequeña vocecita que constantemente me decía que no iba a lograr ser feliz, se reía. "Nunca vas a ser la primera elección de nadie, Tonta. Eras poca cosa en ese entonces y aun ahora lo eres". Mi estomago se contrajo en respuesta, como si hubiera recibido un golpe real, mi boca se abrió y mis ojos se cerraron mientras trataba de llenar mis pulmones con aire. Cálmate me dije, y me hechice a mí misma. Me maldije. "Eres cristal Hipatia, cristal formado de agua. En este mundo en el que vives, tu sola, hay nieve y escarcha. No hay hombres y no hay calor. No hay palabras llenas de ternura pero remojadas en infamia. Eres fuerte, una escultura helada en un vasto mar congelado. La gobernadora y regente en un reino donde se perdieron todas las promesas y ensoñaciones. Se acabaron los saltos suicidas por amor, se acabaron las batallas perdidas en nombre de los finales felices. En esta última tarde de febrero murió una mujer. Y nació una doncella de la nieve". Abro mis ojos rápidamente y coloco mi vista sobre él.
Al darse cuenta que lo estoy observando, camina para acercarse a mí, esta acción devuelve a mi cuerpo su energía y corro al lado del copiloto del carro azul. Me subo de un salto y con la respiración aun entrecortada le hablo por primera vez al conductor, que de alguna manera mágica. Me salvo la vida.
-E-Estaba corriendo porque un asesino está detrás de mí, está entre ese grupo de personas que están caminando hacia nosotros. Por favor lléveme a la Comisaría más cercana. ¡Ahora!.- Esto último lo digo más como una demanda que una solicitud.
El hombre del carro tiene el cabello broncíneo y la piel blanca, para ser sincera está más blanco que un fantasma; luego del casi accidente, y le tiemblan un poco las manos que están sobre el timón. Pero mis palabras parecen llegar rápido a su cerebro, pisa el acelerador antes de que el gentío llegue ante nosotros, antes de que Él tan siquiera este lo suficientemente cerca para poder escucharlo. Mientras nos alejamos, logro ver por el retrovisor como mueve los labios, no entiendo lo que dice, pero parece triste.El propietario del carro maneja más calmado, me mira de vez de cuando, pero no dice nada. Sé que necesito disculparme, decir la verdad sobre los hechos, pero me siento tan fría, que mi boca y mis cuerdas vocales parecen parte de otra persona.
Llegamos a una estación de Policías, es pequeña con el techo alto de color anaranjado decolorado por el sol y la fachada está pintada de crema. La Estación esta algo vacía, solo tiene dos automóviles en los estacionamientos y uno de ellos está ocupado por un carro de policía. Antes de que pueda escrudiñar algo mas, El se baja de un salto, sus movimientos son rápidos y fluidos. Yo abro la puerta y ni si quiera llego a cerrarla, tomo su muñeca, está a solo 5 pasos de la entrada. Me mira a los ojos, los suyos son café y sus labios son gruesos y de color durazno, tiene arrugas en los ojos que indican que sonríe mucho. Parece estar en los 30 y es una cabeza más baja que yo, debe medir 170 y algo. Me mira fijamente con preocupación y ansiedad, tal vez porque quiere deshacerse de mí rápidamente o porque está realmente afligido por mi situación. O por lo menos, por la que cree que es mi situación. Respiro profundamente y comienzo a hablar.
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Cuando se acabo el tiempo.
RomanceDos veces son suficientes para destruir a alguien, dos veces bastan para que se pierda la fe. Y se viva, por así decirlo, en un mundo donde las emociones no tienen cabida y la confianza suena como una palabra vulgar en los labios de un ser que disfr...