Penúltima Parte

21 4 0
                                    

Tenía veinticuatro años cuando ella llegó un día a mi casa, el día era nubloso y ella tenía unas ojeras muy grandes debajo de sus hermosos ojos. Por lo que me contó había terminado con su cuarto novio y estaba destrozada.

Lo que significaba que venía a desahogarse conmigo pero esta vez era diferente ella había vuelto a mi una vez más, y no pensaba dejarla ir, una vez más. Estaba debajo de mi desnuda y yo no aguantaba más las ganas de decírselo.

"Te amo" le dije apenas en un susurro contra sus labios. Ella paro debajo de mi y me vio con interrogación.

"¿Qué?" Pregunto apartándose de mi.

"Que te amo" repetí. Me pareció ver sus ojos brillar.

"Bueno, yo también te quiero" dijo trabandose con las palabras.

"No entiendes" dije haciendo que me mire. "Te amo. Entiende. Ya no quiero que simplemente vengas a mi cada vez que termines con tu novio. Quiero ser tu novio. Quiero ser tu todo".

Ella me miro aterrorizada. "Creí que así estábamos bien, era nuestro acuerdo" dijo moviendo sus manos indicando hacia la cama.

"No, era tu acuerdo. No el mío. Te quiero solo para mí. Te amo" dije cogiendo sus manos y llevándolas a mi pecho.

Ella las aparto y negó varias veces con la cabeza. "No, idiota. No lo entiendes. El amor es de idiotas. Tú no quieres estar conmigo"

"Claro que quiero. Si es de idiotas. Entonces soy un idota por ti". No me había dado cuenta que las lágrimas caían por mi cara y por la de ella mientras rápidamente se vestía.

"Por favor, solo dime que quieres estar conmigo y que me amas como yo a ti" le rogue cogiendo otra vez sus manos.

"Lo siento" dijo retirando sus manos otra vez de las mías. "Pero no te amo". Un disparo a mi corazón.

"Adiós". Segundo disparo. "Para siempre". Tercer disparo. Y así salió de mi departamento y de vida para siempre.

Desde ese día no la he vuelto a ver. Ya han pasado dos años sin saber de ella, ni una llamada, ni un mensaje, se cambió de casa y no sé donde está ahora. Pero aún la siento muy dentro de mí. No hay un solo día en el que no piense en ella.

Hasta en este momento en el que sin resistir más su ausencia estoy parado sobre una silla con un cinturón alrededor de mi cuello en mi habitación. Balanceo la silla en mis pies entonces empujo la silla mientras recuerdo todo lo que vivimos juntos.

Pienso en su cabello, sus labios, su sonrisa, su mirada que fue la que me enamoró la primera vez. De su rostro impoluto cuando estaba relajada. De su cuerpo muy cerca del mío. Su respiración relajada cuando dormía. Cuando me decía niño bonito.

Con mi última respiración solo pienso en ella.

Ella.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora