La oscuridad se apoderó de mí. Perdí el equilibrio, pero pude apoyarme sobre mi rodilla derecha.
De repente sentí miles de apuñaladas sobre todo el cuerpo. Grité de agonía. Mi vista empezó a nublarse más y más, hasta que el dolor me hizo perder la conciencia.
Cuando me desperté, no sentía nada. Me levanté e intenté buscar algo o alguien pero me era imposible. No podía ver sobre esta densa niebla y además, era de noche.
-¡Ayuda!- grité desesperado, pero nada. Inesperadamente, una extraña mancha de luz apareció a cien metros de mí. Aquella mancha iba acercándose más y más. Pude reconocerla, era una gran masa de fuego azul. Corrí en dirección contraria. Mi instinto me decía que era peligroso.
El fuego se acercaba rápidamente. Intenté correr hacia otra dirección, pero la bola gigante de color azul seguía acechando. Jadeando y exhausto me tropecé. - Se acabó - pensé. Cerré los ojos con fuerza. No sentí nada. Al abrir los ojos vi mi cuerpo prendido de fuego 'demoníaco'. Era de un color negro violeta.
El fuego me consumía, me iba desvaneciendo, no podía hacer nada. Vi cómo desaparecía mis manos, mis piernas, todo, como me convertía en la nada.