Prólogo.

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Él no quería escuchar más lo que le estaban diciendo, ni mucho menos recibir aquellos duros golpes. Él solo quería correr y hacerse volita en algún rincón de su habitación. Sentía su corazón tan acelerado. Otra paliza más, otra mentira más a su madre.
Sus lágrimas salían a ríos, sus oídos zumbaban del terror que sentía. Se preguntaba que había hecho para merecer aquello. Era un buen hijo, hacia caso a su madre, nunca fue grosero con nadie. A pesar de no tener amigos él se consideraba un buen amigo, nunca nadie había querido hablar con él. Siempre había soñado con tener un amigo con quien salir, contarse cosas de chicos y hablar sobre su primer beso.
Pero a sus 16 años no había tenido nada de lo que deseo cuando era pequeño, a cambio, había recibido maltratos, y cicatrices tanto físicas como psicológicas.
La vida de aquel chico de ojos verdes había sido todo un caos. No tenía a nadie en quien confiar, solo aquella vieja navaja que guardaba en su baño, esa que nadie sabía que existía; la que calmaba momentáneamente su dolor, y la que era participe de todas sus cicatrices.  

No sentía sus pies, ni mucho menos sabía a donde se dirigía. Sus pisadas iban al compás con el fuerte latido de su corazón, podía sentir que en cualquier momento explotaría, tal vez era lo que más deseaba en esos momentos. Morir. Las lágrimas caían como ríos y no puedo evitar pensar que a su paso dejaba charcos de agua, su cuerpo dolía y su reparación era regular. Para él ya era tan normal sentir dolor, su vida siempre había estado llena de dolor. Pero por alguna razón esta había marcado su humanidad. El había creído que por fin estaba llegando a ser feliz, pero la vida no quería eso para él. Tristemente no había nacido para ser feliz, tal vez sería karma, llego a pensar en algún momento, pero a su vez pensaba que eso era imposible (no había hecho daño a nadie en su vida). Las personas lo miraban como si fuera un ser de otro mundo, como si fuera de otra especie y él nunca supo el porqué. En su cabeza no dejaba de reproducirse aquella fría imagen de todo el instituto riéndose de él, acompañados de gritos y palabras soeces. Jamás llego a imaginar que la persona a la cual había llegado a querer tanto, incluso más que así mismo, (faltando remarcar que nunca había querido a nadie), sería la principal causante de esto. Nunca se había interesado por las chicas, nunca había sido admirador de ellas, y aunque hubiera querido, ninguna de ellas se habría fijado en él. Pero todo cambio cuando la conoció. Era hermosa, sus ojos eran tan azules que el cielo en primavera no se le asemejaba, sus mejillas tan sonrojadas y rellenas, sus pestañas espesas y curveadas, y sus labios eran la perdición de cualquier chico y tal vez esto fue lo que más cautivo a Noah. Parecía un ángel enviado para salvarlo, pero tal vez a él se le olvidaba que los ángeles oscuros se disfrazan de luz.  


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⏰ Última actualización: Nov 26, 2015 ⏰

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