1 second hug

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-Un segundo abrazados-

Era noviembre, un bello mes, ¿o no? Dicen que la mayoría de los asesinos en serie nacieron en noviembre. Lo leí en alguna página de instagram. Caminaba a paso acelerado por las frías calles de Londres. Había mucha gente por la calle, a pesar de que llovía y el clima no era el ideal. Todas las tontas rebajas de invierno afectaban a las personas. Yo, en cambio, andaba – o mejor dicho, corría para encontrarme con mi cita a ciegas.
Mi amigas se empeñaban en que necesitaba un novio. No aceptaban el hecho de que yo no necesitaba a nadie para ser feliz.

– Tienes veinte años, Gemma, es hora de que busques pareja y dejes de decir que la comida será tu único amor toda la vida. – dijo Selene el día que me inscribió en una de esas páginas para buscar novio.

Pensaba en cualquier idiotez cuando cruzaba un paso de cebra. Ni siquiera me había dado cuenta de que el semáforo estaba en rojo.

– Eh, tú, ¡idiota! ¡Casi te atropello! – gritó el conductor del vehículo.

Se me había parado el corazón. El semáforo se puso verde para los peatones y la gente empezó a pasar. Yo seguía parada en medio de la calzada.

– Eh, chica, si no pasas conseguirás que te atropellen, y esta vez de verdad. – un chico de mi altura se había parado al lado mío.

– Esto... Sí, sí. – avancé hasta el otro extremo de la carretera.
Comencé a andar a donde se suponía que habíamos quedado el chico y yo, y me di cuenta de que el chico de antes me perseguía.
Me senté en una silla y él se sentó en frente.
– Vale, ¿qué quieres? – cuestioné.
– ¿Tú eres mi cita?
– ¿Qué?
– Sí.
– Bien.

Hubo un silencio que duró minutos.

– No pareces la clase de chica que busca novio en internet. – rompió el silencio.

– Bueno, mis amigas prácticamente me obligaron a venir.

– Mi madre me obligó a mi.

Solté una carcajada tan grande que las pocas personas que habían salido se me quedaron mirando.

– Lo siento. – me disculpé – Pero... ¿tu madre? ¿En serio?

– Quiere nietos. – sonrió.

Me fijé en él. Pelo castaño claro, ojos verdes, cuerpo de atleta y bien vestido. Y una sonrisa preciosa.

– Pareces el tipo de chico que las tiene a todas esperando en cola.

– Y así es, supongo. Pero ninguna de mi estilo.

– ¿Has tenido muchas novias? – quise saber.

– Tuve una relación de siete años con una chica que resultó haber estado engañándome todo ese tiempo, ¿tú has tenido muchos novios?

El camarero llegó antes de yo responder.
– Buenos días. – dijo.

– Yo tomaré un café cortado, ¿y tú? – dijo... No sabía como se llamaba.

– Uno con leche.

El camarero se fue y volvimoa a quedar a solas.

– Ni siquiera te he preguntado tu nombre. – dije, sonriendo.

– Es cierto, soy Lucas.

– Lucas... Bonito nombre, soy Gemma.

– Encantado.

El camarero apareció con los cafés. Le dimos las gracias y se fue.

– No respondiste. – dijo Lucas, dedicándome una sonrisa.

– Oh, yo cada vez que tengo un novio lo dejamos a los pocos días. Soy el tipo de personas que quiere una relación de película pero nunca lo consigue.

– ¿Cuál ha sido tu relación más larga?

– Tres meses.

– ¿Tres meses? Increíble.

– Supongo que nadie quiere aprender a quererme.

– ¿Qué edad tienes, Gemma?

– Veinte, ¿y tú?

– Veintiuno. – su teléfono comenzó a sonar y lo saco del bolsillo. Un iPhone 6 plus. Era un mensaje.

– Te envidio, yo tengo un móvil que parece sacado de la papelera de reciclaje.

– Lo siento, Gemma, he de irme. Me ha surgido una cosa importante. – hizo una pausa y me sentí decepcionada. – Lo siento, de verdad. – recogía sus cosas a una velocidad increible. – Tengo tu número,te mandaré un mensaje, o algo, lo que sea, lo siento, adiós.

Dicho esto, cogió su paraguas y se fue.

Antes de irse me dio un cortísimo abrazo, supongo que para no hacerme sentir mal. Me había dejado allí sola. Tomé lo que me quedaba de café y dejé un billete de 5£ sobre la mesa. Cogí mi bolso y empecé a caminar.

Mientras corría al lado del escaparate de una tienda, me observé brevemente. Mi pelo estaba horrible, ¡y había estado así en la cita! Decidí ignorarlo porque el daño ya estaba hecho y seguí corriendo hasta la parada de autobús. Cuando por fin conseguí sentar mi culo mojado en el asiento, me aparté los mechones húmedos de la frente. Era como pasar los dedos por paja mojada. Saqué el teléfono y decidí escuchar música.

Me esperaba una larga tarde-noche de estudiar.

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⏰ Última actualización: Mar 17, 2017 ⏰

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