1. Me toca presentarme.

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¿Qué más podía hacer que presentarme ante los amigos de mi madre?
Mi madre es bastante conocida en el mundo de la venta de casas, por lo que, siempre trae amigos a casa. Apenas estamos juntas por sus trabajos. Sí, sus trabajos, tiene más de uno. Por ahora tiene tres trabajos, para poder alimentar a sus 3 hijos y también pagar el alquiler de la casa, los recibos, ... Etc.
Mis dos hermanos son muy revoltosos y no se están quietos ni un minuto, es cansino hasta tal punto, de querer tirarlos por el retrete, pero no puedo hacer eso, soy su hermana mayor, sospecharían muy rápido de mí. Mi madre es una esbelta mujer trabajadora de 43 años, pelo castaño como las hojas secas del otoño, y ojos claros como el cielo una mañana de verano. Se llama Christina Morey, y yo, soy su hija, Aisha Morey. Soy... Bajita, un poco chichona y con cachetes apachurrables, tengo el pelo color azabache y ojos color miel, cosa que heredé de mi odioso padre. Tengo 17 años, aunque aparente menos. Mis hermanos, Christofer y Yeray Morey, mis "queridísimos" hermanos gemelos. Con sólo describir a uno basta, porque son exactamente iguales. Tienen el pelo castaño, igual que el de mi madre, ojos claros, y son bastante flacos, normal, se pasan el día corriendo de lado a lado. Tienen 8 años.

Mi madre me llamaba desde la cocina, con un dulce tono de voz, -Aisha, baja para presentarte a unos amigos, cariño.- Dijo mi madre.
Me levanté de la cama y fuí directamente al baño, para lavarme la cara y peinarme un poco. Salí de mi cuarto y me asomé por la barandilla de la escalera, para poder llegar a ver escasamente las caras de los individuos. Decidí bajar con una sonrisa falsa, para que mi madre no me echase la bronca más tarde. Ella me presentaba y hablaba de mí como si fuese la mejor estudiante del mundo. Me limité a sólo dar un saludo cortante y decirle a mi madre que tenía que ir a hacer los deberes, una escusa barata para poder salir de esa cocina. Las caras de esos individuos se me hacían familiares, esa pareja... Ahora que recuerdo, hace ya como un mes que se mudó una pareja a la casa de enfrente. Bueno, la verdad es que no me importa, mientras no me molesten. Entré a mi cuarto, me senté en la cama, cogí mi portátil y tras unos minutos de silencio, escuchaba a mi madre y sus amigos hablar. Hablaban de que yo era una niña con pocas amigas y que apenas salía, y le resultaba extraño por la edad que tengo. Puse los ojos en blanco y solté un suspiro. Agarré mis auriculares, me los puse y escuché música por un buen rato, hasta que me llamasen para la cena. Tuve un día tranquilo, pues mis hermanos estaban entrenando en el campo de fútbol y mi mejor amiga tiene un exámen mañana, por lo que tenía que estudiar mucho. Casi dormida, mi madre me llama desde la cocina, algo enfadada. Miro la hora y son... ¡Las 22:45 p.m.! Ya entiendo porque mi madre está así, hará como 15 minutos que me habrá estado llamando. Me quito los auriculares y dejo el portátil en la cama, bajo corriendo las escalera, y con una sonrisa, le pido perdón a mi madre. Me siento en la mesa; pescado y patatas fritas, que novedad... Mis hermanos, como hambrientos, deboraban la comida a una velocidad increíble, que asco. Odio que la gente mastique con la boca abierta, sobre todo como ellos. Poco a poco me fuí comiendo el pescado y unas patatas, pero notaba como se llenaba mi estómago, no tenía mucha hambre, dejé el plato a la mitad y me fuí a mi cuarto, no quería que mi madre me echara la bronca por no haberme terminado el plato. Me quité la ropa y me acosté, mañana tenía que ir a recoger a mi mejor amiga de la universidad, se le ha estropeado el coche y le queda lejos su casa como para coger un taxi.

Yo sólo quiero un Final FelízDonde viven las historias. Descúbrelo ahora