Estarás contenta. Justo cuando llego dispuesto a poner todas mis teorías sobre la mesa, vas y me lo desmontas todo con solo mirarme. Sin más. Todo el chiringuito a la mierda. Años y años de perfeccionamiento. Y yo pensando que todo esto era infranqueable.
No se quién te crees que eres, pero no he tardado 16 años en levantar estos muros para que tú me los vengas a derribar. Aunque si te soy sincero, de haber sabido que estarías al otro lado, habría construido todo con una puerta de entrada solo para ti.
Casi cuando ya solo quedaba pestañear, casi cuando ya estaba preparado para dedicarme a mí. Justo cuando estaba a un suspiro de alcanzarme, atraviesas el tablero en un solo movimiento y acabas conmigo. Me dejas en jaque mate total. Te apoderas de mí como una célula cancerígena a punto de infectar todo mi cuerpo. Apareces. Y no quiero otra cosa más que quererte.
Me abro de par en par para ti. Que me recorra tu aire y me encienda tu luz. Acabas de llegar y ya quiero que te quedes para siempre. Será lo fácil que es acostumbrarse a todo contigo. Será ese no se qué. Pero siempre acabo queriéndote a ti.
A lo que iba.
Apareces y entonces lo sé. Tú eres el momento. El empujón necesario para acabar la reforma. La unión de todos mis cimientos. El beso como firma del contrato indefinido. Y sí, a veces solo hace falta pedir las cosas para que pasen, ¿pero sabes la de tiempo que llevo pidiéndote a ti?
Te miro y lo sé.
No quiero empezar desde cero,
quiero empezar desde ti.