Había una vez una niña la cual era de mi grado, muy callada, de pelo corto y raro. No hablaba con nadie, y un día comenzó a hacer algo más raro que su cabello inclusive. Tomó una paleta con pintura amarilla, y una hoja blanca. Se acerco hacia una chica de otro grado y le habló mostrando la hoja y la pintura. De repente la chica tomo su dedo pulgar y lo mojo en el espeso líquido amarillo chillón, y lo apoyó en la hoja. La niña le sonrió, y se fue.
Luego de una semana la niña tenia el pelo mas corto, y más raro. Volvió con su paleta y hoja, donde pude ver que la huella de aquella chica seguía ahí y de repente vi muchísimas más, de otras personas supuse. Fue hacia un chico de nuestra aula, y automáticamente el chico posó su dedo en la pintura y dejó su marca en la hoja. Eso era raro, nunca había hablado con él, pero igual nunca me quise meter en el tema.
Luego de más de dos semanas, la niña fue con un gorro cubriendo su cabeza. Ya no era solo una hoja con varias marcas, era un cuaderno lleno de hojas donde cada óvalo amarillo era muy visible de lejos. En medio de la clase, la niña se paro y tomo el dedo de la profesora, lo mojo y presionó sobre una de las tantas hojas. La profesora la miró extrañada, y luego le sonrió. Nunca me había pedido a mi que marque sus hojas. La mitad del colegio estaba en su cuaderno, menos yo. En el último recreo, llevó sus acrílicos amarillos hacia el tacho de la basura, y la quise detener. Lentamente tomó mi dedo, y sentí su tacto frió, y la gran electricidad corrió por mi cuerpo entero. Abrió el cuaderno y fue en una centésima que sus ojos miraron a los míos. Antes de que mi dedo se apoyara en la pintura, cerró su cuaderno y mi dedo quedo intacto, y mis ganas quedaron en mi interior. Luego de eso nunca la volví a ver en la escuela.
Un mes más tarde, llegue tarde a la escuela con la esperanza de que esté sentada en la silla del aula. Entre y todos tenían caras serias y a la vez tristes. Salieron todos al patio, tocándome, sin importarle a nadie. De repente el patio estaba repleto de personas, y todos juntos, al mismo tiempo levantaron sus dedos pulgares los cuales estaban manchados de amarillo. Todos en silencio con las manos en alto, y yo seguía sin la marca. Nunca pude entender.
Al mes siguiente, en la misma fecha que la anterior y a la misma hora, todos salieron al patio, y levantaron los dedos de amarillo.
Luego de casi un año, la cosa se repetía. Y nunca pude entender lo que sucedía, a si que cada día que levantaban sus manos no iba al colegio, hasta que me tocó ir. Salieron todos al patio, levantaron sus dedos y a lo lejos vi a una niña, sin cabello, con un saco de hospital. De repente, se acerco y tomo mi dedo. Lo manchó en pintura amarilla, y me aleje. De lejos ella levantó su dedo, amarillo y en seña de ¡Que Bien!
Pude entenderlo.
Ella estaba muerta, el día que no la vi mas, estaba muerta. Yo solo cargue con el peso de verla a pesar de que estaba muerta. ¿Por qué? Porque yo también lo estaba.
Lucha contra el cáncer infantil.

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Huellas Amarillas
Teen FictionUna niña con un cuaderno lleno de huellas amarillas, huellas de todas las personas del colegio menos la mía... ¿Por que?