3. Mi primera vez

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Salí del almacén sin tener claro el rumbo, simplemente me dejé llevar hasta el final del polígono. Una vez allí, me encontré con un camino de tierra y una carretera, cada una de ellas conducía en sentidos opuestos. Me detuve un segundo en la intersección, intentando decir cuál sería mi camino, cerré los ojos e instintivamente toqué una valla que separaba los caminos. Sentí un flash y vi una imagen. Éra una cabaña abandonada, a su lado un camino de tierra. Abrí los ojos sorprendida, esa fue mi primera visión. Estaba aturdida, parecía como un sueño pero estaba despierta, extrañamente despierta para no haber dormido desde hacía más de veinticuatro horas. Mi subconsciente me había indicado un destino, así que decidí hacerle caso y me encaminé por el camino de tierra.

Caminé durante horas hasta que mi garganta volvió a dolerme, esta vez sabía como calmar el dolor, pero ¿cómo cazaría? Seguí caminando, mi sentido del oído estaba cada vez más alerta, podía oír cada paso, cada rama que se rompía a mi alrededor. La vegetación en ese momento se había hecho más densa, los arbustos habían crecido hasta el camino y los árboles de un lado y otro del camino se había juntado, hasta cubrir el cielo. Debería estar asustada, pero cierto es que no lo estaba, estaba alerta.

Oí unos pasos, espera "¿eso es un corazón?" pensé. Me detuve en seco, al instante un hombre apareció de la nada. Era un hombre rudo, diría hasta que iba borracho. Estaba sucio, sudoroso, pero su olor me atraía hacía él, ¿Por qué podía oír su corazón? Estaba nervioso, su corazón latía con fuerza, mientras se acercaba hacía mí.

— ¿Qué pasa, guapa? —me soltó en tono chulesco.

Me quedé quieta, sin moverme. ¿Por qué no salí corriendo?

—No me dices nada —se había acercado tanto que hasta pudo tocarme. Me pasó la mano por la parte de atrás del cuello mientras giraba a mi alrededor— ¿Qué haces por aquí tan sola? —bajo su mano por mi pecho, mientras me tocaba disfrutando en cada centímetro, seguía girando.

Su olor, hacía que mi cuerpo convulsionará y mi garganta ardiera, giré la cabeza para verlo aparecer por el otro lado, con la agilidad de una gacela, lo empujé al suelo, y lo atenacé con mis piernas, disfrute al ver sus ojos llenos de pánico antes de clavarle mis colmillos en su cuello. No sé si puedo describir, el frenesí que sentí en ese momento. Quería absorberlo todo, no podía parar de saborear ese manjar que tenía ante mí. Solo recuperé la compostura cuando no le quedaba ni una gota de sangre en cuerpo. Lo había matado, me sentía horrorizada, había matado a un humano. Era un ser despreciable si, pero era humano. Sin embargo, ¿qué era yo? ¿En qué clase de demonio me había convertido?

Tenía que esconder el cuerpo, no podía dejarlo en mitad del camino. Pero me duplicaba el tamaño, podría si quiera moverlo, arrastrándolo quizás. Le cogí por los brazos y tire de él, era ligero como una pluma, pero no era posible. Él debía de pesar unos noventa kilos. ¿Era yo? Reaccioné enseguida, era yo, mi fuerza era extraordinaria. En un instante el cuerpo de aquel humano estaba a cientos de metros del camino. Lo dejé allí y volví a mi rumbo.

Mi sed estaba saciada, me sentía fuerte, y eufórica. No me había sentido así desde que me desperté ayer. Tanto que empecé a correr, podía ver los arbustos, los árboles volar a mi alrededor a una velocidad anormal, la sensación del libertad que sentí en ese momento, liberó mi mente de lo que acababa de pasar. Cuando me quise dar cuenta, había llegado a un raso, me detuve al instante, detrás de los últimos árboles de camino y escuché. No se oía ningún ruido que pudiera venir de un humano. Me dio fuerzas para salir y acercarme. ¿Era la cabaña de mi visión? ¿Cómo era eso posible?

Entré dentro, había un olor peculiar, muy distinto a los olores que había olido hasta ahora. Seguí su rastro hasta la habitación contigua. Lo que fuera que hubiera producido ese olor se había dirigido hasta allí y se hacía más fuerte al llegar al sofá. Otro olor me distrajo, pero este era conocido para mí. Era sangre. Aunque no quedaba rastro de ella, la habían limpiado. Instintivamente me acerqué el brazo a mi nariz, el otro olor era de alguien como yo. ¿Un vampiro? Había más como yo. Tenía que encontrarle, tenía cientos de preguntas. Pero, ¿sería de fiar?

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Destinados a encontrarse (Crepúsculo fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora