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Lo recuerdo bien,

era una noche estrellada,

la más bella que pude contemplar.

Me hablabas sobre las constelaciones,

oh,

mi chico espacial.


Entonces sucedió,

repentinamente te sentaste e inclinaste

para darme el beso más resplandeciente

de toda mi vida.

Estrella,

yo sólo necesitaba ver tus ojos para florecer.


Me sentí real,

más viva que nunca.


Pero eras el Sol,

gigante e inmenso,

y acercarse demasiado

es igual a arder en llamas.






solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora