Prólogo

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El primer niño desapareció el día de su nacimiento , una noche en que la luna que reinaba en el cielo, palida y amarilla, enrojecimiento y bañó el firmamento con el espantoso color de la sangre, la misma noche en que el reino de Cokyria detuvo bruscamente su despiadado ataque.
Por toda la tierra de Hytanica, en todos los pueblos, los bebés continuaban desapareciendo. El Rey cerraba los ojos un tanto inconscientemente, sin buscar explicación alguna, pues necesitaba volver a fortificar las defensas de su reino en previsión de que Cokyria reanudara su brutal ataque. Pero, finalmente, cuando empezaron a desaparecer niños dentro de los muros de la ciudad, se vio obligado a prestar atención . Se llevó a cabo un recuento de los desaparecidos, pero antes de que pudieran decidir qué acciones debían emprenderse, las desapariciones cesaron de forma repentina. El último niño de Hytanica que desapareció fue el recién nacido de un barón y una baronesa muy acaudalados.
Esa misma semana, mientras las sanguinolenta luna palidecía, se descubrieron los cuerpos en descomposición de los bebés al otro lado de las puertas de la ciudad: fue la última palabra del mayor enemigo que Hytanica tuvo jamás. Los acongojados padres recogieron los cuerpos medio descompuesto es de sus hijos; sin embargo, un misterio quedaría sin resolver durante muchos años: habían desaparecido 49 niños, pero solamente se devolvieron 48 cuerpos.
Nadie sabía porque los cokyrianos se habían retirado de esas tierras ni por qué no habían destruido Hytanica y a sus gentes. Los cokyrianos eran superiores a los hytanicanos como luchadores y estrategas, y además no seguían ningún código de honor en la guerra. No obstante, Hytanica no había sido derrotada. Algunos pensaban que habían abandonado por frustración, pues habían estado a punto de vencer muchas veces, pero no lo habían logrado; otros creían que los dirigentes de Cokyria habían aceptado, finalmente, la antigua historia de nacimiento de Hytanica.
Según la tradición, el primer rey de Hytanica, para proteger la inclusa, siguió el consejo de los sacerdotes. Debía realizarse un sacrificio de sangre real e inocente para consagrar el suelo y tornar indecible el reino. Después de meditarlo profundamente, el rey mató a su propio hijo y vertió las gotas de sangre del chico en las cuatro esquinas de su tierra, con lo que protegió para siempre a la gente que amaba.

Yo, princesa de Hytanica, hija de primogénita, nací poco después del fin de la guerra. Mientras mi gente se adaptaba a un tiempo de paz largamente esperado y aprendían de nuevo a llevar una vida normal, crecí con una libertad que las generaciones anteriores, desgarradas por la guerra, no habían conocido. Pero todas las cosas deben
llegar a su fin, y aquí es
donde comienza
mi historia.

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