Él reloj del vestíbulo tintineaba insistentemente mientras Gabriella Harrison se ocultaba en la oscuridad del armario.Los abrigos de invierno le rozaban la cara cada vez que empujaba su cuerpecito hacia él fondo,y en él proceso tropezó con las botas de su madre. Era un buen escondite.Allí nunca se les ocurriría mirar,y menos ahora, en pleno verano neoyorquino.
Él calor en él abarrotado armario era sofocante.Con la mirada pasmada, Gabriella oyó hacercarse pasos y contuvo la respiracion. Él martilleo de los tacones de su madre paso frente al armario como un tren expreso y Gabriella noto la ráfaga de aire en la cara. Aliviada, se permitió respirar una vez y volvió a contener él aliento, como si su sonido pudiera atraer la atención de su madre .
Con apenas seis años sabia ya que su madre poseía poderes sobrenaturales . Dondequiera que se escondiera siempre acababa encontrandola, como si pudiera detectar su olor. Era la inevitable atracción de una madre hacia su hija,de esos ojos castaños y profundos que todo lo veían y sabían. Gabriella era consciente de que por mucho que se escondiera su madre siempre acababa encontrandola, mas tenia que intentarlo .
Gabriel la era, para su edad, una niña menuda tanto de peso como de altura,y sus enormes ojos azules y sus rizos dorados le daban él aspecto de un duendecillo. La gente que la conocía decía que era como un ángel. Siempre parecía estar espantada,como un ángel recién caído sobre la tierra que ignora lo que le espera. Nada de lo que había vivido durante esos seis años guardaba parecido alguno con lo que hubieran podido prometerle en él cielo.
Los tacones de su madre pasaron de nuevo frente al armario. Esta vez él martilleo fue mas fuerte y la niña comprendió que la búsqueda se había intensificado. A estas alturas el armario de su cuarto ya estaría patas arriba, así como él de las herramientas situado detras de la cocina y él cobertizo del jardín. Vivían en él East Si de, en una casa angosta con un pequeño y cuidado jardín . su madre detestaba la jardineria,pero un japonés venia dos veces por semana para podar las plantas y segar la diminuta parcela de césped . pero su madre, ante todo,odiaba él desorden,odiaba él ruido,odiaba la suciedad,odiaba las mentiras,odiaba los perros,y Gabriella tenia razones para sospechar que, mas que cualquier otra cosa, odiaba los niños. Los niños mentían,decía su madre,eran bulliciosos y siempre estaban sucios.
Se pasaba él día ordenando a su hija que no se ensuciara,que no saliera de su cuarto,que no hiciera ruido.Gabriella no podía escuchar la radio ni utilizar lapices de colores porque lo manchaba todo. En una ocasión se destrozo su mejor vestido, cuando su padre estaba en un lugar llamado Corea. Había regresado a casa él año anterior,tras dos años de ausencia.Todavía guardaba él uniforme en él fondo de un armario. Gabriella lo vio una vez, mientras se escondía. Tenia botones brillantes y tela áspera. Nunca había visto a su padre con él. Era un hombre alto, esbelto y guapo, con unos ojos azules como los suyos y un pelo rubio también como elsuyo aunque una pizca mas oscuro. Y cuando regreso a casa después de la guerra, a Gabriella le recordó al Príncipe encantado de Cenicienta.Luego se pondrá mas épica la historia :D
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El largo camino a Casa
RandomCon apenas siete años, Gabriella sabe que es culpable de algo, porque así se lo han dicho,y que por eso su irascible madre la somete a terrible castigos y malos tratos. Y también sabe que su padre es incapaz de protegerla.Su mundo, una confusa mezcl...